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Español > Análisis > |
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Falsas revoluciones y verdaderos abuses de lenguaje |
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Un fantasma atormenta al mundo, es el “socialismo del siglo XXI” por el desarrollo del que el “revolucionario bolivariano” Hugo Chávez, presidente de Venezuela, hace la promoción. Si no hay duda que es necesario deshacer el engaño alrededor de la aura revolucionaria que se fabrica Chávez, es de igual importancia examinar ciertas posiciones políticas que pretenden criticar Chávez sobre una base auténticamente revolucionaria pero que de hecho añaden solamente otro nivel de mistificación. |
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Enlaces complementarios: |
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Algunas deformaciones en la interpretación de la experiencia histórica revolucionaria |
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Escrito: abril 2006 Última modificación: septiembre 2014 |
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Hugo Chávez y el "socialismo del siglo XXI" Inspiraciones y interpretaciones Algunas observaciones a propósito de la Revolución rusa de 1917 Las perspectivas ilusorias de un doble poder Venezuela y Cuba según el punto de vista trotskista
Hugo Chávez y el "socialismo del siglo XXI"Un fantasma atormenta el mundo. Si no es todo el planeta, al menos cierto microcosmo de militantes del Nuevo Mundo, que arrastran también otros a seguir sus huellas, del lado del Viejo Continente. Es el "socialismo del siglo XXI" por el desarrollo del que el "revolucionario bolivariano" Hugo Chávez, presidente de Venezuela, hace la promoción. Solamente hacia el inicio del año 2005 comenzó a predicar la buena palabra. Anteriormente, había estado sumiso a algunas vacilaciones. En 2002, había explicado que en teoría no era posible humanizar el capitalismo, pero que en práctica esto iba haciéndose en su país. He aquí lo que dijo en esta época[1]: Yo creo que visto como capitalismo, como sistema económico aislado o descontextualizado de otros componentes como el social, el ideológico y político, el capitalismo puro, pues, no es humanizable. [...] Pero en el caso venezolano, con un gobierno como éste, con una Constitución como ésta, con un pueblo que ha despertado como el nuestro, con una correlación de fuerzas como la que tenemos, sí es humanizable. Creo que en estos tres años le hemos dado más de algún toque. Nosotros estamos en el marco de un sistema capitalista, no lo hemos cambiado, sería mentira decirlo, [...]. Entonces esos son toques de humanización dentro del modelo capitalista. Claro, como una etapa transitoria. Más recientemente, H. Chávez empezó a formular ‑en palabras y con carácter individual‑ posiciones más tajantes: "En el marco del modelo capitalista es imposible solucionar el drama de la pobreza, es imposible solucionar el drama de la miseria, de la desigualdad[2]." O además: "[...] el camino hacia un mundo nuevo, mejor y posible no es el capitalismo, el camino es el socialismo[3]." Si no hay duda que es necesario deshacer el engaño alrededor del aura revolucionaria que se fabrica Chávez, es de igual importancia examinar ciertas posiciones políticas que pretenden criticar Chávez sobre una base auténticamente revolucionaria pero que de hecho añaden solamente otro nivel de mistificación. Antes de tocar este aspecto, damos algunos elementos útiles para situar el contexto de la "revolución bolivariana". Como a menudo, la palabra socialismo aquí no reviste más que una significación puramente moralizadora[4]: Los que queramos ir con Cristo por la vía de la construcción del reino de Dios aquí en la tierra, es decir, la igualdad y la libertad, vámonos por el socialismo!" Aunque desarrolle un discurso sobre la economía, H. Chávez se limita de hecho a la cuestión de la forma política con la que el sistema instalado puede evolucionar. No es de revolución que se trata, pero de democracia, termino al que está unido el calificativo de revolucionario: "La democracia revolucionaria es instrumento, rumbo a ese socialismo nuevo, rumbo al socialismo del siglo XXI[5]." Preocupado por la propaganda, H. Chávez impugna la validez del concepto de "tercer vía": Ahora, algunos hablan y han escrito mucho de la tercera vía, capitalismo con rostro humano, [...] no, es mentira, es mentira[6]." Sin embargo, las inspiraciones de reemplazo de que se nutre no son más valederas[7]: Los chinos tienen un concepto y una teoría y una línea estratégica muy interesante, ellos hablan de un país dos sistemas, es decir, una convivencia del socialismo y del comunismo, bueno China Comunista pues, la República Popular China la República de Mao Tse-tung y también conviven con algunas áreas del capitalismo, un país dos sistemas. La realidad que va a la par de estos dichos es sin sorpresa. El poner en práctica unas posiciones políticas confusas y imprecisas se traduce por la colaboración con los capitalistas[8]: [...] Fedecámaras [Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela] eligió un nuevo presidente, el señor José Luis Betancourt, y ha declarado [...]: "Tenemos que ponernos de acuerdo" [...]. Bienvenido señor Betancourt, y los empresarios de Fedecámaras, bueno, vamos a discutir, vamos a ponernos de acuerdo [...]. Respetamos y respetaremos los derechos de todos, como esperamos que todos respeten los derechos de todos. [...] aquí vimos también [...] al presidente de Conindustria [Confederación Venezolana de Industriales], Eduardo Gómez Sigala, dice aquí [...]: "Podríamos convivir con el socialismo...". Empresarios que salen a la palestra, les doy la bienvenida y nosotros estamos dispuestos a discutir, a conversar [...]. A fin de cuentas H. Chávez no hace más que pisarle los talones a la social-democracia. Transmite conceptos a la moda para diversos expertos al servicio de la burguesía. Así, refiriéndose a un libro de José María Venegas, diputado español del PSOE, "un buen amigo[9]", explica[10]: No podemos estar buscando empresas tradicionales, hay que crear un nuevo modelo empresarial [...]. [...] hay un concepto interesantísimo, para nosotros que hablamos de yacimientos de petróleo, porque este hombre [J. M. Venegas] habla de yacimientos de empleos, que hay que buscar nuevos yacimientos de empleos, bien apropiado el término. Así como andamos buscando petróleo y yacimientos, yacimientos de empleo, ¿dónde yace el potencial de empleo para nuestro pueblo, para eliminar el desempleo? Inspiraciones y interpretacionesA H. Chávez le gusta hablar, y según su propio decir pasa también mucho tiempo leyendo. Así frecuentemente hace referencia a autores de los que retoma las ideas. Veamos que se encuentra entre los personajes mencionados. Hay Viviane Forrester, "esta buena amiga francesa[11]", y su libro El horror económico: "[...] un buen libro, [...] yo recomiendo siempre ese libro, cada vez lo recuerdo, incluso lo tengo por allí y de cuando en cuando le reviso[12]." Luego, una referencia teniendo más peso: István Mészáros, "buen amigo nuestro, socialista[13]". A una cuestión respecto a "la alternativa a la actual sociedad" H. Chávez contesta que "sería una audacia mía tener una definición propia cuando veo a reconocidos intelectuales como Mészáros y otros que están estudiando el tema[14]". Se trata en particular del libro Más allá del capital: hacia una teoría de la transición (publicado en 1995), que por lo demás H. Chávez mandó a Fidel Castro recomiéndole su lectura[15]. István Mészáros, nacido en Budapest en 1930, estudió allá la filosofía. Era discípulo de György Lukács con quien siguió trabajando en el Instituto de Estética de la Universidad de Budapest. Emigró en 1956 y reside ahora en Gran Bretaña. En 1970 recibió el premio del "Memorial Isaac Deutscher". Propala la posición anticomunista bien conocido según la cual el estado soviético se oponía a la clase obrera[16]: Mientras en marzo y abril 1917 Lenin siguió abogando por "un Estado sin un ejército permanente, sin una policía opuesta al pueblo, sin una burocracia situada por encima del pueblo", y propuso "organizar y armar a todos los elementos pobres y explotados de la población, a fin de que ellos mismos tomen directamente en sus manos los organismos del poder del Estado y formen ellos mismos las instituciones de ese poder", un giro significante se tornó visible en su orientación después de la toma del poder. Los temas principales de El Estado y la revolución se desvanecieron más y más en su pensamiento. Las referencias positivas respecto a la experiencia de la Comuna de Paris (como el involucramiento directo de "todos los elementos pobres y explotados de la población" en el ejercicio del poder) desaparecieron de sus discursos y escritos, y el énfasis estribó en "la necesidad del poder central, de la dictadura y de la voluntad única para que el destacamento de vanguardia del proletariado se cohesione, desarrolle y organice el Estado sobre bases nuevas, manteniendo firmemente el poder en sus manos". Así, en contrasto con las intenciones originales basadas en la identidad fundamental de "todo el pueblo en armas" con el poder de estado, apareció una separación de este último respecto a "los trabajadores", en el sentido que "organiza en escala nacional la gran producción en las tierras y empresas estatales, distribuye la mano de obra entre las diferentes ramas de la economía y entre las empresas, distribuye entre los trabajadores inmensas cantidades de artículos de consumo pertenecientes al Estado". El hecho de que la relación de los trabajadores con el poder de estado plasmado como la distribución centralizada de la fuerza de trabajo era una relación de subordinación estructural, no pareció que desconcertara Lenin, que esquivó esta cuestión simplemente describiendo la nueva forma de poder de estado separado como "el Poder proletario del Estado". Así la contradicción objetiva entre la dictadura del proletariado y el proletariado mismo desapareció de su horizonte en el mismo momento en que aquella dictadura del proletariado salió a la superficie como poder de estado centralizado que determina por sí solo la distribución de la mano de obra. I. Mészáros pone en el mismo nivel el "Estado de bienestar" y el Estado soviético como simples variantes de acondicionamiento del sistema capitalista en crisis[17]: El siglo XX había sido testigo de muchas tentativas fracasadas que apuntaron a superar las limitaciones sistémicas del capital, del intervencionismo de estado de tipo keynesiano hasta el de tipo soviético, junto a las conflagraciones políticas y militares que suscitaron. Y no obstante, todo lo que tales tentativas podían conseguir fue únicamente la hibridación del sistema capitalista, comparado a su forma económica clásica ‑con implicaciones extremamente problemáticos para el avenir‑ pero ninguna solución estructuralmente viable. Allende las inspiraciones literarias, hay que notar ciertos personajes que ejercen una influencia más directa. Es el caso de Alan Woods, representante del grupo Socialist Appeal (llamado así según el periódico que publica) de Gran Bretaña. Esta organización anima una corriente que se llama “international Marxist tendency”. Entre los otros participantes de este reagrupamiento, puede mencionarse la Corriente Marxista Revolucionaria en Venezuela[18]. A. Woods ha ofrecido a H. Chávez un ejemplar dedicado del libro Reason in Revolt del que es coautor con Ted Grant[19]. La intervención de A. Woods se base en la de Celia Hart, hija de un ex ministro cubano. Otro vínculo notable con Cuba: Marta Harnecker, nacida en Chile de padres inmigrados de Alemania. Se fue vivir a Cuba después de la instauración de la dictadura por Augusto Pinochet. En abril 2002, encontró H. Chávez para hacer una entrevista. Enseguida se radicó en Venezuela y empezó a desempeñar progresivamente un papel activo cerca del presidente. Se dice que "ella, al igual que Ignacio Ramonet y el embajador cubano, se da el lujo de entrar a Miraflores [el palacio presidencial] sin audiencias[20]". Entre los consejeros se pude evocar además a Heinz Dieterich Steffan, profesor en la Universidad Autónoma mexicana[21]. Según éste "Hugo Chávez se ha puesto a la cabeza de la Revolución Mundial al definir como una necesidad teórica-práctica mundial la “invención del socialismo del siglo XXI”, es decir un socialismo “ambientado al nuevo siglo”[22]. M. Harnecker se encuentra en buena posición para sintetizar la política aplicada por H. Chávez. En respuesta a la cuestión siguiente: "La insistencia en el socialismo como el único camino, paradójicamente aparece al mismo tiempo que se hacen esfuerzos por incorporar al sector privado a los planes económicos del gobierno, ¿no es esto contradictorio?" explica[23]: Es algo contradictorio para la visión clásica que se ha tenido del socialismo como una sociedad en que todos los medios de producción deben estar en manos del estado eliminándose de raíz la propiedad privada. En esta visión clásica se pone el acento en la propiedad y no en el control de los medios de producción. Cuando Chávez habla del socialismo que se intenta construir en Venezuela él siempre aclara que se trata del "socialismo del siglo XXI" y no una copia de los modelos socialistas anteriores. Lo central hoy en Venezuela es salir de la pobreza. Hace poco oí a un joven izquierdista criticar al vicepresidente de la República de reformista porque hablaba de que el enemigo principal era la pobreza, y que había que eliminar la pobreza, en lugar de hablar de la necesidad de eliminar a la burguesía. ¡Qué ceguera! ¡Qué dogmatismo! ¿Cuál es la necesidad de atacar esas empresas privadas en este momento? Estas son meras consignas radicales que tienen poco que ver con un análisis de la situación real. ¿Cómo no entiende ese joven que para salir de la pobreza entre otras cosas hay que crear empleo productivo y que la reactivación del sector privado ha sido la principal fuente de empleo en los últimos meses en el país? ¿Por qué no se pregunta cuál es la razón por la que la burguesía venezolana, que se jugó entera por derrocar a Chávez en el pasado, hoy está dispuesta a colaborar con el gobierno? En sí mismo, el papel desempeñado por H. Chávez tanto en su función formal de presidente cuanto como personaje desplegando individualmente una acción social, no tiene sino poca pertinencia. Las características de la situación general en Venezuela son tales que no hay vínculo intrínseco entre él y cierta clase social ‑clase obrera u otra‑ a través una fuerza política organizada. La determinación de las circunstancias en términos de intereses de clases se le desvanece; al fin de cuentas lo que se ventila en este respecto depende de otros, sean los miembros del gobierno y más generalmente del aparato de estado de un lado, sean toda suerte de fuerzas políticas sirviéndose de H. Chávez para fines diversos, del otro. Con todo, las posturas y los actos de H. Chávez por supuesto no son desprovistos de significación, aun cuando no fuese sino en virtud del esfuerzo de propaganda puesto en práctica para presentar los acontecimientos como proceso revolucionario. M. Harnecker se halla en primera línea en este respecto. No es sin importancia mencionar que fue discípula de Louis Althusser durante sus estudios en París, de 1963 hasta 1968, y que publicó un libro intitulado Los conceptos elementales del materialismo histórico, basado esencialmente en la interpretación específica de Marx formulada por L. Althusser. He aquí algunos elementos del razonamiento que desarrolla M. Harnecker en lo que concierne la naturaleza de la "revolución bolivariana"[24]: [...] Si la revolución es entendida como el asalto al poder, la destrucción del aparato del Estado, y la adopción de medidas económicas drásticas que expropien a los antiguos dueños de los medios de producción, sin duda lo que ocurre en Venezuela no puede ser catalogado de revolución social. Pero, si entendemos la revolución como un proceso que lleva adelante un proyecto que se propone en primera instancia pasar el poder político de un bloque social a otro y, a partir de ahí, ir realizando transformaciones profundas en todos los aspectos de la sociedad. Y si entendemos que lo fundamental de ese proceso es ir creando el sujeto protagónico de la sociedad alternativa que se pretende construir, entonces sí podemos hablar de que el proceso bolivariano es un proceso revolucionario. Estos argumentos tienen un carácter manifiestamente defensivo. Otros participantes al debate pueden seguir el hilo conductor de manera más ofensiva, como por ejemplo Fernando Ramón Bossi, miembro de la Secretaría de Organización del Congreso Bolivariano de los Pueblos, quien insiste por afirmar la persistencia de un lazo con la historia del movimiento socialista mundial desde sus orígenes (además concebido de modo del todo ecléctico)[25]: Modelo soviético, socialdemocracia, socialismo chino, vía vietnamita, “juche” coreano, socialismo albanés, socialismo autogestionario yugoslavo, socialismo de democracia directa de la Gran Jamahiriya Árabe Libia, etcétera; son o han sido manifestaciones concretas de socialismo en el mundo entero. Búsquedas originales, experiencias, ideas materializadas en condiciones específicas y momentos históricos determinados. Todas válidas a la hora de ser analizadas, estudiadas y observadas, pero ninguna apta para imitar o tomar como modelo. [...] En principio, deberemos construir un socialismo sin desconocer los aportes de los grandes forjadores: Carlos Marx, Federico Engels, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, Lenin, Mao Tsé-tung, Ho Chi Ming, etcétera. Pero fundamentalmente y esencialmente, con el aporte de todos aquellos que desde nuestra América bregaron por un socialismo no enajenado, criollo, enraizado con las luchas históricas populares, enfrentado al imperialismo y transitando el camino de la liberación nacional. [...] Los trotskistas en VenezuelaDentro del abanico de posiciones defendidas respecto a la cuestión de Chávez por los trotskistas, la organización venezolana Corriente Marxista Revolucionaria (CMR) ha escogido una actitud ampliamente favorable al régimen instalado[26]: "El capitalismo ha fracasado. ¡Viva, pues, el socialismo!". Esta consigna, lanzada por el Presidente Hugo Chávez en uno de los mítines de masas que realizó en la India a principios de marzo de 2005, y los sucesivos discursos en los cuales durante las últimas semanas ha insistido repetidamente en que el capitalismo es un sistema caduco y que debemos avanzar hacia el socialismo, hacia un nuevo socialismo "del siglo XXI", han actuado como un estímulo para todo el movimiento revolucionario venezolano. Nosotros desde la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR) venimos defendiendo desde el inicio de este proceso la necesidad de que la revolución bolivariana rompa con el sistema capitalista y avance hacia el socialismo, pues esa es la única forma de resolver problemas como el desempleo, la pobreza, la explotación, la falta de vivienda, salud y educación dignas, gratuitas y de calidad. Por lo tanto, saludamos y apoyamos el planteamiento del Presidente Chávez y sobre todo el que, además, haya llamado a abrir el debate sobre cómo debe ser ese socialismo. La CMR no vacila en poner en paralela H. Chávez y L. Trotsky[27]: En nuestra opinión, ninguno de estos modelos (ni el derrumbado estalinismo ruso ni el estalinismo pro capitalista que hoy todavía gobierna en China) son modelos que nos puedan servir como ejemplo. El socialismo del siglo XXI debe ser democrático, participativo y protagónico, ha dicho Chávez y en esto estamos de acuerdo. Esta frase se parece enormemente a la de otro revolucionario, León Trotsky, que fue precisamente quien luchó más decididamente contra las concepciones burocráticas y dictatoriales estalinistas. Trotsky dijo: "El socialismo necesita la democracia como el cuerpo humano precisa el oxígeno". De hecho, el modo del que la CMR plantea el problema ignora la necesidad del derrocamiento del poder burguesa como condición previa de la construcción del estado de dictadura del proletariado. Según la perspectiva adoptada, el hecho que H. Chávez emite ciertas declaraciones de H. Chávez bastarían para que en el nivel político el socialismo sea efectivamente instaurado en su norma, y que ahora se trataría de instalar las condiciones para asegurar su desarrollo integral[28]: Trotsky y especialmente Lenin [...] plantearon unas cuantas condiciones para garantizar la construcción de un socialismo genuinamente democrático y revolucionario que pensamos que son aplicables a la realidad venezolana, latinoamericana y mundial de hoy. 1. Que todos los cargos públicos (desde miembros del gobierno a diputados, jueces, directores de industrias y servicios públicos, etc.) tengan que rendir cuentas de forma pública y periódica ante asambleas revolucionarias de los trabajadores y los sectores populares y puedan ser e legibles y revocables en todo momento. [...] 4. Todos los cargos y labores burocráticas que fuese posible debían desempeñarse de manera rotatoria por parte de los trabajadores. "Si todos somos “burócratas” de a turnos, a la final nadie lo es", decía Lenin. 5. A esto habría que añadir la libertad para que todos los partidos políticos que no conspiren por derrocar el gobierno y acaten las transformaciones económicas puedan presentar libremente sus propuestas y candidatos a las distintas asambleas revolucionarias. Pues son estas normas que la CMR proyecta poner en práctica (hay que notar que el último punto, concerniente la pluralidad de los partidos, fue añadido por la CMR de por propio cuenta, al menos si se toma a Lenin como referencia y no Trotsky)[29]: Es fundamental organizar e impulsar comités de apoyo a la revolución en todas las fábricas, barrios, cuarteles, universidades, institutos... con representantes directos, elegibles y revocables en todo momento, que se coordinen entre sí a nivel local, provincial y estatal para organizar la defensa frente a la reacción asumiendo la responsabilidad de garantizar el funcionamiento económico del país, así como los planes necesarios para cubrir las necesidades de la inmensa mayoría de la población venezolana, expropiando a la burguesía. Sólo la participación organizada, activa y consciente de la clase obrera y los sectores oprimidos garantizará una auténtica democracia, esto es la democracia obrera, y una vida digna para la mayoría de la población. El hecho que el sistema económico capitalista queda intacto en el país solamente es visto como una limitación del dominio de las fuerzas revolucionarias, a la que habrá que remediar[30]: El pueblo organizado tiene que conquistar todo el poder, incluido el económico. Las principales palancas y resortes económicos del país no pueden permanecer en manos de la oligarquía traidora, del imperialismo, en manos del enemigo. Deben pasar al pueblo. Algunas observaciones a propósito de la Revolución rusa de 1917Los acontecimientos recientes en Bolivia son reveladores en cuanto al carácter de las orientaciones trotskistas. Este país es repentinamente teatro de revueltas populares fuertemente influenciadas por el movimiento sindical del sector minero. Los enfrentamientos agudos que tuvieron lugar especialmente en septiembre-octubre 2003[31] luego en mayo-junio 2005 suscitan de parte de las organizaciones trotskistas una profusión de comentarios invocando una situación de doble poder. Enseguida pasaremos revista brevemente a una muestra de estas interpretaciones. Pero para plantear claramente ciertos puntos de referencia esenciales proporcionados por la historia del movimiento comunista marxista-leninista, he aquí algunas observaciones respecto a la Revolución rusa de Octubre 1917. Esta había tenido como antecedente la revolución de 1905 en el curso de la que se había desenvuelto una primera experiencia de formación de Soviets, como lo recalca Lenin[32]: Se formó una organización de masa de carácter original en el fuego de la batalla, los famosos Soviets de diputados obreros, asambleas de delegados de todas las fábricas. En varias ciudades de Rusia estos Soviets de diputados obreros asumieron más y más el papel de un gobierno revolucionario provisional, el papel de órganos y dirigentes de las insurrecciones. Tentativas se dieron para crear Soviets de diputados soldados y marineros y de asociarlos a los Soviets de diputados obreros. Varias ciudades de Rusia se volvieron entonces minúsculas "repúblicas" locales donde la autoridad del gobierno hubo sido barrida y los Soviets de diputados obreros funcionaron realmente como un nuevo poder de Estado. Desgraciadamente, estos periodos fueron demasiado breves, las "victorias" demasiado débiles y demasiado aislados. En febrero 1917, la revolución fue más lejos. El Partido bolchevique lanzó un manifiesto llamando a la lucha armada contra el zarismo, a la creación de un gobierno revolucionario provisional. La batalla así desencadenada llevó al derrocamiento del régimen del zarismo. La fuerza motriz de esta revolución fue el proletariado, pero debido al grado insuficiente de consciencia y de organización de éste, se trataba desde el punto de vista del contenido de clase, de una revolución democrática burguesa[33]: "El poder de Estado en Rusia pasó entre los manos de una nueva clase, la burguesía y los terratenientes que se volvieron burgueses. En esta medida la revolución democrático-burguesa en Rusia se ha cumplida." El periodo ulterior lleva la marca de este punto de partida, que al mismo tiempo es el desenlace de los desenvolvimientos anteriores. En Rusia, en el seno del sistema feudal que reinaba durante siglos, elementos de economía capitalista se habían constituido progresivamente, en el marco de un sector industrial y también en la agricultura. Llegado a un cierto estadio, el capitalismo ha asegurado su predominancia, y la burguesía tomó el poder reemplazando la clase feudal. Es totalmente inapropiado querer calcar al idéntico, en las condiciones actuales el proceso revolucionario que atravesó la Rusia entre febrero y octubre 1917. Hoy, la burguesía está instalada en el poder desde hace tiempo, incluso en los países dominados por el imperialismo mundial, aun cuando elementos más o menos pronunciados de economía feudal sobreviven. Es en este contexto que el periodo consecutivo a febrero 1917 está marcado por una dualidad de poder[34]: La particularidad esencial de nuestra revolución, que requiere lo máximo de atención y de reflexión, es la dualidad de poder que se estableció en los primeros días después de la victoria de la revolución. Esta dualidad de poder se manifiesta por la existencia de dos gobiernos: uno es el gobierno principal, verdadero, efectivo de la burguesía, el “Gobierno provisional” de Lvov y compañía que tiene en sus manos todos los órganos del poder, el otro es un gobierno paralelo, complementario, un gobierno “de control” representado por el Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado, que no tiene en sus manos los órganos del poder de Estado, pero se apoya directamente en la mayoría innegable del pueblo, en los obreros y soldados armados. [...] Otra particularidad muy importante de la revolución rusa: el Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado que, como todo lo hace creer, se beneficia de la confidencia de la mayoría de los Soviets locales, entrega voluntariamente el poder de Estado a la burguesía y su Gobierno provisional, cede el paso voluntariamente a este último, después de haber concluido con él un acuerdo para apoyarlo, y va limitando su propio papel a el de un observador, vigilando la convocación de la Asamblea constituyente (por la que hasta la fecha no se anunció aun por el Gobierno provisional). Hay que recalcar que la caracterización en términos de dualidad de poder no se justifica como simple aplicación de un esquema que podría referirse a cualquiera contexto donde el proletariado alcanzaría una posición relativamente poderosa dentro de las relaciones de fuerzas frente a la burguesía. Es únicamente el modo particular en el que se desenvolvieron concretamente los acontecimientos, que condujo a una situación de doble poder, es el hecho que de una parte los Soviets constituyeron la fuerza organizada que venció el régimen del zarismo y permitió al Gobierno provisional de tomar el control, mientras que de otra parte este gobierno, aunque beneficiando del sostén de los Soviets, representaba, por su composición y su política, la burguesía. Por cierto, lo que se produjo fue el surgimiento de un nuevo poder, el de los Soviets, pero esto no se hizo en oposición a un poder de la burguesía instalado previamente. No, la presencia de un doble poder resultó de una escisión en el interior de las fuerzas que venían de llevar a cabo la revolución. La perspectiva de los Soviets, remontando a 1905, no implicaba en sí mismo la de una dualidad de poder[35]: Nuestra revolución tiene como rasgo del todo original el que trajo una dualidad de poder. Esto es un hecho del cual hay que captar el alcance antes que todo: es imposible avanzar si no es comprendido. Debemos saber cómo completar y enmendar las viejas “formulas”, por ejemplo, las del bolchevismo, porque, mientras que se encontraron correctas en términos generales, su aplicación concreta se reveló diferente. Nadie anteriormente pensaba, ni podía pensar, en una dualidad de poder. Más de una vez Lenin hace hincapié en el carácter particular de la situación[36]: "Este rasgo destacado, sin paralelo en la historia en tal forma, condujo a que dos dictaduras se entrecruzaran [...]." En el curso de la 7° Conferencia panrusa del POSD(b)R celebrada del 24 hasta el 29 de abril 1917, fue adoptada una resolución con objeto de la revisión del programa (esta cuestión fue debatida enseguida durante el 6° congreso que tuvo lugar del 26 julio hasta el 3 agosto de 1917 y un programa modificado fue adoptado finalmente en el 8° congreso en marzo 1919). Respecto a esto, Lenin constata[37]: "El programa entero debe ser revisado como estando completamente obsoleto - un hecho que ha sido señalado en círculos del Partido mucho tiempo antes de la guerra." He aquí algunos pasajes de la resolución[38]: La conferencia considera necesario la revisión del programa del Partido en el sentido siguiente: [...] 2. rectificación de las tesis y apartados tratando del estado; en el sentido correspondiente a la reivindicación de una república democrática proletaria y campesina (es decir un tipo de estado sin policía, sin ejercito permanente, sin cuerpo privilegiado de funcionarios) y no de una república parlamentaria burguesa; [...] 5. revisión completa, en lugares muy numerosos, de la parte económica envejecida del programa mínimo, [...]; [...] Este programa mínimo concierne especialmente al control obrero y las nacionalizaciones, como lo demuestra la resolución redactada por Lenin sobre este asunto a continuación de la conferencia[39]: 4. El control obrero, ya reconocido por los capitalistas durante diversos conflictos, debe ser transformado sin plazo por medio de una serie de medidas bien consideradas, aplicados gradualmente pero sin ninguna pérdida de tiempo, en una regulación completa de la producción y distribución por los obreros. 5. El control obrero, del mismo modo, con las mismas prerrogativas, debe ser extendido a todas las operaciones financieras y del banco, con la meta de examinar la situación financiera en su conjunto, y esto con la ayuda de los Soviets y de los congresos de empleados de bancos, de consorcios, etc. que serán organizados inmediatamente. No se trata de exigencias para con el gobierno capitalista, pero de medidas cuya ejecución el Partido se da como objetivo inmediato de la toma de poder. Es lo que Lenin explica por ejemplo en septiembre[40]: El gobierno de los Soviets debe inmediatamente declarar que la propiedad privada de los grandes dominios de tierra es abolida sin compensación y debe colocar todas estas tierras bajo gestión de los comités de campesinos, esperando la decisión de la Asamblea constituyente. Deberán también ser colocados bajo gestión de estos comités campesinos los equipos perteneciendo a los propietarios, con tal que sean en primer lugar y sin cargas puestos a disposición de los campesinos pobres. [...] El gobierno soviético debe inmediatamente instaurar el control por los obreros de la producción y consumo en todo el país. Sino, como la experiencia desde el 6 mayo lo ha mostrado, todas las promesas, todas las tentativas de reformas son vanas, y el hambre, acompañada de una catástrofe sin precedencia amenaza todo el país cada semana. La nacionalización inmediata de los bancos y las compañías del seguro son indispensables, lo mismo que las ramas principales de la industria (petróleo, carbón, metalúrgica, azúcar, etc.); al mismo tiempo hay que abolir completamente el secreto comercial y establecer la supervisión constante por los obreros y campesinos sobre la minoría ínfima de capitalistas que se enriquecen merced al abastecimiento que hacen al Estado y que eluden todo control y todo impuesto justo sobre sus ganancias y sus propiedades. En otro texto datando del mismo periodo Lenin aborda en detalle la cuestión del programa mínimo. Rechaza la proposición de N. Bukharin y V. Smirnov de suprimir llena y lisamente la formulación de un programa mínimo y de enunciar únicamente las medidas correspondientes al pasaje directo al socialismo. Recalca la necesidad de un programa mínimo definiendo los primeros pasos que efectuar después del establecimiento del poder de los Soviets[41]: Tomáis el programa mínimo en la esfera política. Este programa es como conviene en una república burguesa. Añadimos que no nos encerramos en sus límites y que desde ahora luchamos por un tipo más elevado de Estado, la república de los Soviets. [...] Es lo mismo en la esfera económica. [...] Estamos todos de acuerdo que entre los primeros pasos que hacer en esto camino, las medidas esenciales deben ser medidas como la nacionalización de los bancos y carteles. Comencemos por tomar estas medidas y otras similares, y veremos. [...] mientras existirán aún estas pequeñas secuelas de las relaciones burguesas, ¿por qué abandonar el programa mínimo? [...] Lo que fundamenta que hace falta mantener un programa mínimo, es el hecho que aun después de la toma del poder por los Soviets, el socialismo no podrá ser instaurada de la noche a la mañana por simple decreto gubernamental, pero que será realizado progresivamente a través un periodo de transición, por medio de medidas más o menos limitados y parciales en un primer tiempo[42]: ¿Es posible garantizar ahora que [el programa mínimo] en adelante es superfluo? Claro que no, por la simple razón que no ganamos aún el poder, que no hemos realizado aún el socialismo y que no hemos alcanzado aún el comienzo de la revolución socialista mundial. Sin embargo, aun cuando se trata de un programa mínimo que no comprenda en sí mismo la edificación completa del socialismo, su puesto en práctica es, con todo, indisolublemente ligado a la instauración del poder del proletariado y de los campesinos pobres como punto de partida indispensable. Es lo que Lenin reafirma muchas veces. Mayo 1917[43]: La aplicación metódica y eficaz de todas estas medidas es posible solamente si todo el poder pasa enteramente a los proletarios y semi-proletarios. Junio 1917[44]: Pero afirmamos el principio del control de los obreros, control que debería transformarse en una regulación completa de la producción y distribución por los obreros, [...]. [...] y exigimos "la transferencia de la totalidad del poder de Estado a los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos". Julio 1917[45]: La insurrección armada no puede tener otro objetivo que la transferencia del poder al proletariado, apoyado por los campesinos pobres, con la mira de la aplicación del programa de nuestro Partido. La consecuencia es que las medidas inmediatas comprendidas en el programa del Partido bolchevique no son transitorias como medidas cuya aplicación debería ser obtenida progresivamente antes de la toma del poder. No fueron concebidos en este sentido, aun cuando fuese según un procedimiento pedagógico donde el partido formularía reivindicaciones como regla, utilizando su no-satisfacción a fines de mostrar que se necesita la revolución para salir adelante. Por supuesto hubo actos de expropiación de tierras, alentados y apoyados además por el Partido, pero fueron simplemente hechos consumados. Igualmente, por lo que concierne las medidas de control obrero impuestos localmente a los capitalistas en las fábricas, se trataba de remediar a la desorganización de la economía causada por la guerra, es decir se inscribieron en un contexto muy particular del que no se puede hacer abstracción procurando a utilizar la experiencia de la revolución rusa. La significación de la consigna "todo el poder a los Soviets" variaba con arreglo a las fases atravesadas por la revolución. Primero, a partir de febrero, en el curso de un proceso pacífico había que trabajar para desenmascarar la naturaleza del gobierno que beneficiaba de la aprobación de los Soviets, en el seno del que el Partido era minoritario. "Todo el poder a los Soviets" significaba que estos debían retirar su confianza al Gobierno provisional y reemplazarlo, es decir tomar en manos directamente el poder en nombre de los obreros y campesinos pobres que representaban. Pero entre esta fase de la revolución y su desenlace en octubre 1917 no había desenvolvimiento lineal y continuo. En julio, la situación cambió, todo el poder pasó por lo contrario al Gobierno provisional representando la burguesía, y los Soviets se trasformaron en apéndice de aquello. En este momento, la dualidad de poder se había acabado en favor de la burguesía. La consigna "todo el poder a los Soviets" retomo enseguida un sentido diferente. La represión se abatió sobre el movimiento revolucionario y los bolcheviques, mientras que estos ganaron la mayoría en los Soviets. El Partido adoptó entonces como meta la insurrección contra el Gobierno provisional, para que la plenitud del poder en el país pasara a los Soviets dirigidos por los bolcheviques. Es él que organizó en la clandestinidad la lucha por este objetivo y la llevó a cabo conduciendo los obreros y los soldados en su combate contra el poder de la burguesía. Así es erróneo establecer, partiendo del contexto particular de la Revolución rusa, un esquema universal para la revolución socialista, según el que ésta debería atravesar un proceso de "doble poder" donde los Soviets, concebidos como futuros órganos administrativos, disputasen el terreno del poder de Estado al gobierno establecido y impongan progresivamente un aparejo de Estado alternativo, suplantando poco a poco el existente. Fundamentalmente, el acto de la toma del poder es el punto culminante de la revolución, un acontecimiento situado precisamente en el tiempo, punto de unión entre dos periodos: el de la lucha contra la burguesía en el poder y el de la transformación de la sociedad. Para esta victoria, es preciso un grado suficiente de preparación y de consolidación de formas y medios de lucha, organizacionales y materiales, que encarnen el poder de la clase obrera junto con sus aliados, es decir la fuerza que constituye frente al enemigo de clase. Este papel lo cumplen los Soviets, en el curso de la última etapa de la marcha hacia la revolución; por la victoria de la insurrección, devienen en la base del nuevo poder de Estado. He aquí lo que Lenin escribe, ya en 1915[46]: Les Soviets de los diputados obreros y otras instituciones análogas tienen que ser consideradas como órganos insurreccionales, como órganos del poder revolucionario. Es solamente en conexión con el desarrollo de la huelga política de masa y la insurrección, y a medida que ésta se preparará, se desarrollará y conseguirá éxitos, que estas instituciones pueden ser realmente útiles. En efecto, el 25 octubre (7 noviembre), el Partido bolchevique publicó un llamamiento "A los ciudadanos de Rusia" anunciando que el Gobierno provisional burgués estaba destituido, que el poder de Estado había pasado a los Soviets. El 2° congreso de los Soviets dio carácter definitivo a esta declaración, y constituyó el primer gobierno de los Soviets, el Consejo de los comisarios del pueblo. Este fue enteramente compuesto de bolcheviques, Lenin fue electo su presidente. El congreso discutió y aprobó la plataforma económica del Partido bolchevique. Los puntos esenciales de este fueron los del programa mínimo: confiscación de la tierra de los grandes propietarios de bienes raíces y nacionalización de toda la tierra en el país, nacionalización de los bancos, nacionalización de la grande industria, control obrero sobre la producción y la repartición. De otra parte, la carta dirigida por Lenin a los miembros del Comité central del Partido bolchevique, el 24 de octubre 1917 muestra las características de la situación en las vísperas de la revolución[47]. Las perspectivas ilusorias de un doble poderA escala internacional, las posiciones propagadas por la CMR así que por otros representantes del trotskismo en Venezuela, se benefician de unos apoyos condescendientes, por ejemplo de la Liga comunista revolucionaria (LCR) en Francia, pero la mayor parte de los grupos trotskistas, especialmente en América latina, las critican, ya sea calificándolas de centristas y reprobándolas por adaptarse a la política reformista del gobierno. Ahora bien, los argumentos empleados para establecer una diferenciación respecto a las actitudes juzgadas demasiado favorables a H. Chávez son acompañados de análisis que no se distinguen fundamentalmente de las criticadas. Originariamente las posiciones de las organizaciones trotskistas son basadas en el "programa de transición", redactado por León Trotsky a la ocasión de la conferencia de fundación en septiembre 1938 de la "Cuarta Internacional". Esta referencia se utiliza regularmente, incluso con motivo de textos relativos concretamente a la situación actual en Bolivia. Así uno puede leer por ejemplo[48]: "Enfatizamos la necesidad del programa de reivindicaciones transitorias, basado en el método del programa fundacional de la IV Internacional, que liga las luchas inmediatas con la movilización sistemática de las masas por la revolución socialista." O también[49]: "Para enfrentar el ataque capitalista es una necesidad imperiosa desarrollar organizaciones de masas para luchar por las reivindicaciones obreras. En relación a esto los señalamientos del Programa de Transición cobran toda actualidad." En práctica se trata principalmente, en el orden económico, de medidas de nacionalización y de control obrero, en diferentes formas. Se encuentra la fórmula del control obrero, asociado tanto a la ocupación cuanto a la nacionalización: "[...] el control obrero de la banca, la industria y los transportes [...][50]"; "[...] la ocupación de fábricas y la gestión obrera [...][51]"; "[...] la ocupación de toda empresa que cierre o despida y su funcionamiento bajo control obrero, exigiendo su expropiación[52]"; "[...] la nacionalización sin pago de la banca, bajo control de los trabajadores[53]"; "[...] la ocupación de las minas y los yacimientos y refinerías de petróleo, por su nacionalización sin pago [...][54]". Además, hay la idea de la publicidad de las informaciones contables: "[...] la apertura de los libros contables de las empresas estatales y privadas al control de los sindicatos [...][55]"; "[...] la abolición del secreto comercial [...][56]". Todas estas prescripciones programáticas se sitúan en la perspectiva de une aplicación impuesta al gobierno instalada más bien que de una anticipación a una toma del poder inminente. El objetivo que buscan estas reivindicaciones es doble. Según los análisis citados, de una parte, implicarían un cuestionamiento del capitalismo. "[...] el proceso [...] de la ocupación de fábricas y la gestión obrera [...] mostraba una respuesta independiente a la crisis capitalista[57]." "El proceso de ocupación de fábricas y puesta en producción por sus trabajadores [...] cuestiona directamente la propiedad capitalista [...][58]." De otra parte, se desenvolvería así un proceso de preparación al socialismo. "Sobre la base de la experiencia del control obrero la clase trabajadora se preparará para la administración directa de la industria nacionalizada cuando llegue el momento[59]." "El control obrero o la gestión obrera directa en las empresas nacionalizadas serán una escuela de control y administración socialista, educarán a los trabajadores en los temas que antes estaban vedados a ellos por los patrones [...][60]." He aquí una citación representativa de la confusión mantenida entre el periodo antes de la toma del poder y después (a notar en particular la noción de no-estado capitalista)[61]: Pero el planteo de la nacionalización de dichas empresas [los bancos y las grandes empresas estratégicas] [...] está unido a una serie de planteos programáticos anticapitalistas y antiimperialistas, es decir a un programa que sólo un gobierno de los trabajadores podría realizar. Es decir, es un planteo de nacionalización de un no-estado capitalista y sobre la base de una lucha revolucionaria de masas. [...] Ya sea del estado, privada o esté transitoriamente como autogestionada, el control obrero puede ser efectivo si está orientado hacia la extensión del movimiento y al cuestionamiento del poder capitalista de conjunto." Pasando del terreno económico al político, se puede constatar que hay diferentes matices en las formulaciones empleadas. Algunos piensan en la formación de una asamblea. "Todo el poder a una Asamblea Popular con delegados electos y revocables por las organizaciones obreras y campesinas[62]." "[…] la Asamblea Nacional Popular Originaria es histórica y es el germen de poder popular que debe ser gobierno de las mayorías […][63]." Otros privilegian la organización en el lugar de trabajo. "[...] es necesario impulsar audazmente organizaciones ad hoc que abarquen a las masas más oprimidas que sólo se ven arrastrada a la lucha en períodos de auge excepcional del movimiento obrero: comités de huelga, comités de desocupados, comités de fábrica, y, finalmente, Soviets. [...] luchamos audazmente por poner en pie comités de fábrica o establecimiento, que elegido por todos los trabajadores [...] se transforme en un verdadero doble poder en el lugar de trabajo [...][64]." A esto se añade la cuestión del armamento. "Armamento del pueblo trabajador. Creación de milicias obreras y populares[65]." "[…] el armamento generalizado de la población trabajadora, a través de la organización de milicias obreras [...][66]." Esta visión general se concretiza respecto a los acontecimientos de 2003 en Bolivia en unos análisis en términos de "doble poder". Algunos van hasta afirmar que la situación estuvo entonces madura para el derrocamiento de la burguesía. "La situación estaba madura no ya para tirar a un títere para que el imperialismo lo sustituya por otro, sino para derrocar a los capitalistas y establecer un gobierno obrero y campesino (dictadura proletaria)[67]." Otros son más prudentes. "Políticamente, en estos levantamientos sobresalieron las Asambleas Populares que eran la forma política del doble poder comunal [...]. Las puebladas destacaron elementos de guerra civil en los “márgenes” del país [...]. [...] Lo máximo que constituyeron fue una especie de “comuna” autodeterminada que agrupaba al conjunto de los sectores sociales en la asamblea popular, rigiéndose por la lógica de la democracia directa ciudadana, es decir “un hombre, un voto”[68]." La idea de un doble poder, a falta de mejores argumentos, se apoya pues en fenómenos limitados y mezcla la cuestión del poder con la del grado de violencia marcando los enfrentamientos. "[...] la heroica resistencia del pueblo [...] a piedra y palo enfrentando al ejército y la policía [...], aceleró la maduración política y organizativa de las masas (huelga general, juntas vecinales como organismos de doble poder, destrucción de las comisarías, etc.)[69]." Esto es una característica constante de las posiciones trotskistas. Citamos por ejemplo una apreciación dada en 1998 à propósito de Rusia. "Se está aproximando una situación revolucionaria en Rusia [...]. La crisis económica, el desgaste de Yeltsin, la huelga de los mineros (que tenía como consigna principal “Abajo Yeltsin” y además presentó elementos de doble poder, como el control del paso del Transiberiano por los huelguistas) son indicios de una nueva situación política que se está gestando en el país[70]." En el marco de las posiciones trotskistas, el hecho de admitir el grado más o menos pronunciado de estas limitaciones no cambio sin embargo la visión respecto al fondo, pues según ésta lo esencial estriba en la dinámica de desarrollo concerniente la organización de las masas trabajadoras. Para resumir de manera prosaica: lo importante es que las cosas se muevan. Al igual que el control obrero en el terreno económico, el ejercicio parcial del poder político constituye una preparación previa progresiva, que debería haber alcanzado cierto nivel antes de la toma del poder[71]: La lucha por un nuevo tipo de estado implica la tendencia a la eliminación de la división social del trabajo, la participación activa de millones en la administración del estado y para ello la elevación de la cultura general de las masas populares. Sólo de esta manera es concebible la elevación del proletariado a clase dominante, es decir como sujeto consciente de su propio destino. Pero esta condición excepcional no surge de la noche a la mañana, se establece desde las vísperas de la revolución, va madurando en el terreno de su propia experiencia, se fecunda mediante la educación práctica y política que las organizaciones revolucionarias hayan logrado impartir en el curso de la etapa previa y sobre todo se pone a prueba en el ejercicio del poder político propio ya en la antesala de la revolución, en la dualidad de poderes, ejerciendo el control de las empresas, de la distribución de los alimentos, de la autodefensa y seleccionando en dicho tribunal el programa y la estrategia política más adecuada al progreso de la perspectiva revolucionaria. Sin toda esa experiencia previa el gobierno de los trabajadores no es más que una caricatura despreciable y sometida al dominio de una burocracia cada vez más independiente de la propia clase trabajadora. La construcción del partido de vanguardia de la clase obrera es vista solamente como elemento accesorio. No es el partido a través la que la clase obrera se constituye un Estado-mayor capaz de determinar y poner en práctica el programa revolucionario. No, el partido solo hace aglutinarse a estructuras más amplias. Las formulaciones son expresivas. "[...] la necesidad de un instrumento político de los trabajadores, basado en los sindicatos y con democracia obrera, por la independencia política del proletariado [...][72]." "[...] aspiramos a combatir por un reagrupamiento político de la vanguardia, que se vería enormemente amplificado y acelerado por el surgimiento de una asamblea popular, una Coordinadora u otra forma organizativa del doble poder. [...] queremos que surja el “partido de la asamblea popular y del gobierno obrero, campesino y originario” [...][73]." Esta concepción encuentra su expresión directa en el hecho de empujar los dirigentes como Evo Morales a asumir el gobierno. Se aparenta con el modo de proceder que en Venezuela es puesto en práctica de ahora en adelante por los que apoyan H. Chávez en nombre de cierto programa gubernamental[74]: [...] Nosotros decimos que deben gobernar los trabajadores del campo y la ciudad. Es decir [...] los trabajadores y el pueblo organizados en la COB con sus dirigentes a la cabeza, Solares, Evo, Loayza y el Mallku. Por eso la tarea fundamental junto con echar al gobierno, es organizar la toma del poder por la COB para que reemplace al gobierno. [...] [...] Exigimos a las direcciones mayoritarias de la COB, a Solares, Evo, el Mallku, Loayza a romper con la burguesía y a luchar, ahora, por esta salida de clase, obrera y campesina, [...]. El eje Venezuela-CubaMás allá de Venezuela, H. Chávez se esfuerza en impulsar una asociación estrecha entre los estados del continente latinoamericano. Los días 25‑27 noviembre 2003 se celebró en Caracas, en Venezuela, el Primer Congreso Bolivariano de los Pueblos[75], con la participación de organizaciones de 20 países de América latina y de los Caribes, especialmente el Partido Comunista de Cuba y el Movimiento Quinta República (el partido del presidente Chávez). Este Congreso de los pueblos había sido precedido por un encuentro reuniendo más específicamente organizaciones de campesinos, el Primer Encuentro Internacional de la Resistencia y Solidaridad de los Pueblos Indígenas y Campesinos[76], celebrado los días 11‑14 octubre 2003 también en Caracas. La convocatoria a este encuentro se acaba con la consigna siguiente[77]: "¡Globalicemos la lucha! ¡Globalicemos la esperanza!" Aprovechando una visita en Uruguay, efectuada el 18 agosto 2003 a invitación de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), H. Chávez anunció el proyecto de impulsar la constitución de un reagrupamiento regional designado como Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). La declaración final del Congreso de los pueblos mencionado arriba integra esta proposición[78]. En el terreno político, esta perspectiva de reagrupamiento se dirige especialmente a las organizaciones participando en el Foro de São Paulo (un encuentro anual que asocia desde 1990 "organizaciones, partidos y frentes de izquierda de América Latina y el Caribe[79]"), ante todo al Partido comunista de Cuba. La orientación asumida por el Congreso de los pueblos va explícitamente en este sentido[80]: Surge con claridad la ratificación de la defensa de la Revolución Cubana y la Revolución Bolivariana. En la consolidación de estos procesos, junto a la integración continental, está en juego la suerte de la revolución latinoamericana. Si la lucha revolucionaria sigue siendo esencialmente internacionalista, entendemos como oportuna y necesaria la iniciativa planteada por el Presidente Hugo Chávez para la creación de una “Internacional Demócrata Revolucionaria” que articule la lucha antiimperialista con la lucha por el socialismo. Así es que los dos principales protagonistas multiplican los intercambios de amabilidades. H. Chávez[81]: Fidel Castro es cristiano ahora, pero, aclaro, siempre lo aclaro para hacer honor a la verdad, él me dijo: "Chávez, soy cristiano pero en lo social", le dije: "Me basta, me basta ya", cristiano en lo social. Abel Prieto, Ministro de Cultura de Cuba[82]: Pienso que cada pueblo de América Latina va a encontrar su camino. Una de las cosas que en Cuba estamos convencidos, que lo que se nombre como “la sociedad futura”, llámese “socialismo” o de otro modo como se prefiera ‑nosotros le llamamos socialismo, directamente‑ la gente va a llegar por muy distintos caminos. H. Chávez[83]: Fidel Castro decía cierta vez: "Ustedes allá en Venezuela, la lucha por la justicia, por la igualdad y por la libertad la llaman bolivarianismo. Aquí la llamamos socialismo." En realidad no se trata de cómo se llama aunque el nombre la define. La ideología bolivariana está sustentada en principios revolucionarios, sociales, humanistas, igualitarios. La reacción de maravillarse alrededor de la revolución bolivariana en Venezuela da en particular un vigor renovado al fervor de solidaridad con el régimen cubano. Se trata de hecho de una actitud que toma la posición contraria respecto a la propaganda del imperialismo US sobre el eje Cuba-Venezuela. La política resueltamente hostil de los USA frente a Cuba es bien conocida. Hace algunos años que asocia a menudo a Venezuela. Puede citarse la carta dirigida al presidente George Bush por Henry J. Hyde, presidente del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes, el 27 octubre 2002, en la que se refiere a Cuba, Brasil y Venezuela como un "eje del mal" potencial en las Américas[84]. Otro ejemplo, Otto J. Reich, quien integró el equipo del presidente Bush entre 2001 y 2004, primero como Subsecretario de Estado sobre Asuntos del Hemisferio Occidental, luego en el Departamento de Estado como Enviado Especial para el Hemisferio Occidental, y que también tiene una posición en la dirección del Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica (antiguamente Escuela de las Américas). Por otra parte dirige su propia empresa de relaciones gubernamentales internacionales, en Washington. Escribe[85]: [...] nuestro reto específico más urgente es neutralizar o derrotar al eje Cuba-Venezuela. Con la combinación del genio malvado de Castro, su experiencia en guerra política, y su desesperación económica, y el ilimitado dinero y el aventurerismo de Chávez, la paz de la región está en peligro. [...] La primera tarea de los Estados Unidos, y de cualquier coalición de los dispuestos que pueda ensamblar en la región, es la de confrontar a la peligrosa alianza representada por Cuba y Venezuela. La indebida apropiación de Chávez de la extraordinaria riqueza petrolera de Venezuela, y su disposición a subordinar la soberanía de la nación a las ambiciones de Castro, está envalentonando a movimientos antiamericanos que hace sólo unos años eran débiles y estaban fracturados y desmoralizados. [...] Y si los nuevos líderes son como Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, podemos estar igualmente calmados ya que, hasta la fecha, Lula, como se le conoce, ha gobernado sin violar ningún derecho político o económico de los brasileños. [...] El verdadero peligro hoy, para la paz y la estabilidad regional, no emana tanto de esos relativamente nuevos presidentes electos democráticamente, como de dos demagogos que han estado por ahí desde hace demasiado tiempo: Fidel Castro y Hugo Chávez. El emergente eje de subversión que se está formando entre Cuba y Venezuela debe ser controlado antes de que pueda socavar la democracia en Colombia, Nicaragua, Bolivia, u otro vecino vulnerable. [...] De modo simétrico, entre los opositores al imperialismo US, esta asociación entre Cuba y Venezuela es también muy extendida. Por ejemplo[86]: "[...] el consenso estadounidense domina el mundo (con la única excepción de Cuba y, parcialmente, Venezuela)." Y la perspectiva de la integración continental es repetida por los movimientos trotskistas en la forma de la consigna "por una Federación de Repúblicas Obreras latinoamericanas[87]", "los Estados Unidos Socialistas de América Latina[88]". El triunfalismo mistificador es particularmente pronunciado entre los que en Venezuela siguen las huellas del régimen. He aquí como la CMR pinta el cuadro[89]: Todos estos procesos que están teniendo lugar en el continente y las revoluciones cubana y bolivariana se influyen recíprocamente, retroalimentándose mutuamente. Una victoria en Cuba o Venezuela se convierte en acicate de lucha para el resto de los pueblos latinoamericanos, e igual sucede en sentido contrario. Por eso la defensa y profundización del referente paradigmático que significan las revoluciones cubana y venezolana es una tarea de primer orden para los revolucionarios del continente y de todo el mundo. Una oleada revolucionaria triunfante en América Latina, resultante en la conformación de una federación latinoamericana de repúblicas socialistas tendría efectos positivos de incalculables proporciones en las clases trabajadoras del resto del Tercer Mundo, de Europa, de Estados Unidos. El germen de esa oleada está hoy en las patrias de Bolívar y de Martí, de ahí la importancia que tiene cuidar esos dos procesos revolucionarios y su creciente integración. Venezuela y Cuba según el punto de vista trotskistaLos análisis de los trotskistas concernientes a Venezuela repiten el tema del control obrero. "A partir del control obrero, y por lo tanto de la ocupación de empresas, se desarrollará un doble poder, no sólo con referencia a la burguesía conspiradora sino al propio gobierno[90]." Más aún que en el caso de Bolivia, hay un desfase marcado entre la situación real en la que entran las ocupaciones de fábricas, y las interpretaciones teóricas viendo en esto elementos de doble poder. Ahora bien, incluso los que rechazan la reivindicación de cogestión avanzada por la CMR, tienen como perspectiva un proceso de control obrero como substituto a la revolución política: "[...] la opción de control obrero, que es una política proletaria, [...] alternativa revolucionaria contrapuesta a la cogestión[91]." Algunos adoptan una actitud relativamente crítica respecto al gobierno y exhiben orientaciones en apariencia más radicales que otros, pero las reivindicaciones, so pretexto de ser de transición, quedan sin embargo en el marco del régimen establecido. Simplemente, en lo que concierne H. Chávez, hay dos variaciones de partidarios: los incondicionales y los gruñones. Pueden observarse varios modos de camuflar la ausencia de oposición directa hacia H. Chávez. De una manera u otra se trata de salirse por la tangente. Así a veces la conversación se desvía tratando la cuestión de Chávez como secundaria. "Las demandas y reivindicaciones relacionadas con la situación actual no deben tener por mira la presión sobre el chavismo como objetivo estratégico sino la formación de una vanguardia obrera y de un partido obrero revolucionario[92]." O la huida hacia adelante en la formulación de las reivindicaciones se utiliza para adelantarse a Chávez: "Exigir la ruptura de relaciones con el FMI y llamar por un movimiento continental en contra del ALCA, el FMI, y por el no-pago de la deuda exterior como vía para avanzar hacia la integración socialista verdadera del continente latino-americano[93]." Incluso en el terreno organizacional, la justificación de los objetivos se ampara de preferencia detrás de la actitud de defensa del régimen. "[...] impulsar la más amplia autoorganización de las masas [...], incluyendo la necesidad de su armamento, para enfrentar al golpe[94]." Fundamentalmente es el proceso de la revolución cubana que sirve de arquetipo para lo que según los trotskistas debería pasarse en Venezuela, Chávez tomando el lugar de Castro. La puesta en paralelo resalta claramente del modo de que los trotskistas interpretan los acontecimientos que se desenvolvieron en Cuba entre la toma del poder y la proclamación oficial del socialismo. Todos los elementos están. Primero, en lo que concierne Cuba, el punto de partida es una revolución democrática antiimperialista que no se declara del todo socialista. "Fue una revolución democrática que, bajo las presiones del imperialismo y del gran capital, fue tomando medidas radicales y expropió a los capitalistas[95]." Se evocan posturas datando de 1959 de F. Castro, que hacen efectivamente pensar en el Chávez de antes del socialismo del siglo XXI. Dijo F. Castro: "La democracia es mi ideal, pero mucha gente llama democracia a cosas que no son democracia [...] Yo no soy comunista, no estoy de acuerdo con el comunismo [...] la democracia y el comunismo no son lo mismo para mí[96]." Progresando en la exposición de los acontecimientos, se llega pues a la etapa siguiente. "[...] atenazado entre la presión imperialista y el despertar revolucionario del movimiento de masas [...] el proceso cubano desemboca en el nacimiento del primer Estado obrero de América latina[97]." Pero no se considera por eso que esta revolución hubiese sido conducida bajo la dirección de la clase obrera. "La clase obrera cubana llega a la revolución como un componente más del bloque de fuerzas sociales hegemonizado por la pequeñoburguesía[98]." Sin embargo, esta consigue desempeñar un papel preponderante. "[...] La dirección del M-26 [...] debiendo amoldarse a la nueva relación de fuerzas, imposibilitada de llevar su programa adelante debe asumir como propio el programa de la clase obrera[99]." No analizaremos aquí estos acontecimientos, situados en el contexto particular de los años 1950‑1960. No obstante se constata que a través del esquema de la revolución permanente y del programa de transición los trotskistas propagan una orientación radical en apariencia pero que en realidad sigue a la social-democracia y al reformismo imitándolos. El razonamiento aplicado sugiere que H. Chávez, como F. Castro, empujado por la mano invisible de la revolución permanente, se mete en la construcción del socialismo. Es verdad que su política apunta a ganar una margen de maniobra frente al imperialismo americano, y que por eso busca el apoyo de las masas populares. Pero nada en la realidad concreta actual indica que se podría contar con él para ir hacia el socialismo, muy al contrario. Además, después de haber visto en el primer periodo del régimen de Castro una dinámica de progreso hacia el socialismo, los trotskistas llegan a interpretar la política ulterior de Castro bajo un ángulo negativo. Luego el mismo esquema es aplicado invariablemente: hay que oponer al régimen de Castro reivindicaciones de transición. Viene en primer lugar la exigencia de pluralidad de partidos: "legalidad para todos los partidos que dicen defender los principios de la revolución socialista[100]"; "¡legalidad a las corrientes que defienden la revolución[101]"; "[...] el paso de las decisiones económicas y políticas (el poder real) a manos de las organizaciones obreras [...][102]". Al igual, la perspectiva de control obrero se aplica todavía y siempre: "derecho al control obrero sobre las industrias nacionales y privadas[103]"; "los trabajadores [...] deben tener el derecho a controlar y decidir sobre todas las cuestiones vitales de la producción y el abastecimiento, en la fábrica y nacionalmente[104]". Se ve que pisando los talones a los trotskistas, el movimiento obrero se condenaría si no a marcar el paso, al menos a seguir dando vueltas, evidentemente con la grande satisfacción de la burguesía. Esta observación se refiere aquí al contexto propio a Venezuela y Cuba. Sin embargo las posiciones particulares evocadas son conformes a las orientaciones fundamentales del trotskismo. Analizar más prolongadamente esta cuestión rebasaría el marco del presente texto. Nos contentaremos con citar el punto siguiente del "Programa de transición"[105]: Bajo pena de entregarse voluntariamente a la degeneración, el proletariado no puede tolerar la transformación de una multitud creciente de obreros en desocupados crónicos, en menesterosos que viven de las migajas de una sociedad en descomposición. El derecho al trabajo es el único derecho que tiene el obrero en una sociedad fundada sobre la explotación. No obstante se le quita ese derecho a cada instante. Contra la desocupación, tanto de "estructura" como de "coyuntura" es preciso lanzar la consigna de la escala móvil de las horas de trabajo. Los sindicatos y otras organizaciones de masas deben ligar a aquellos que tienen trabajo con los que carecen de él, por medio de los compromisos mutuos de la solidaridad. El trabajo existente es repartido entre todas las manos obreras existentes y es así como se determina la duración de la semana de trabajo. Hemos tenido muchas veces la ocasión, estos últimos años, de observar concretamente la significación practica de esta proposición. Ha sido planteada periódicamente, especialmente bajo la forma de la consigna "trabajar menos para trabajar todos". Ahora bien, en lugar de hacer avanzar el combate solidario de los trabajadores, sea que tienen un empleo o que sean desempleados, esta reivindicación ha servido de cobertura a la profundización de los mecanismos de explotación a través de la flexibilidad y precariedad. Así, lo que se ha tornado permanente, no es la revolución, sino la transición, de la cual la salida esta obstaculizada por la burguesía con la complicidad de los reformistas. |
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[1]. Marta Harnecker, Hugo Chávez Frías. Un hombre. Un pueblo (Conversaciones con H. Chávez), Venezuela, Editorial Asociación Civil Universitaria por la Equidad, 2002.
http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/martah/entrevise.doc, p. 71.
[2]. Palabras Inaugurales de la IV Cumbre de la Deuda Social, Caracas, 25 febrero 2005.
http://www.formacion.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2013/09/Año-del-Salto-Adelante-Hacia-la-Construcción-del-Socialismo-del-Siglo-XXI.pdf, p. 160.
[3]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 27 febrero 2005.
http://www.alopresidente.gob.ve/materia_alo/25/1273/?desc=Alo_Presidente_214.pdf, p. 90.
[4]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 17 julio 2005.
http://www.alopresidente.gob.ve/materia_alo/25/1286/?desc=Alo_Presidente_229.pdf, p. 43.
[5]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 27 febrero 2005, loc. cit.
[6]. Palabras Inaugurales..., op. cit.
[7]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 10 abril 2005.
http://www.alopresidente.gob.ve/materia_alo/25/1277/?desc=Alo_Presidente_218.pdf, p. 91.
[8]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 31 julio 2005.
http://www.alopresidente.gob.ve/materia_alo/25/1287/?desc=Alo_Presidente_230.pdf, p. 102.
[9]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 24 abril 2005.
http://www.alopresidente.gob.ve/materia_alo/25/1279/?desc=Alo_Presidente_220.pdf, p. 69.
[10]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 3 abril 2005.
http://www.alopresidente.gob.ve/materia_alo/25/1276/?desc=Alo_Presidente_217.pdf, p. 60.
[11]. Palabras Inaugurales..., op. cit.
[12]. El presidente habla con los empresarios, Caracas, 8 septiembre 2004.
http://www.urru.org/videosbolibananos/discursos/Presidente_Habla_Empresarios_Hotel_Caracas_Hilton_08sept2004.pdf, p. 15.
[13]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 12 junio 2005.
http://www.alopresidente.gob.ve/materia_alo/25/1283/?desc=Alo_Presidente_225.pdf, p. 99.
[14]. Marta Harnecker, Hugo Chávez Frías..., op. cit. p. 72.
[15]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 12 junio 2005, loc. cit.
Discurso a los jóvenes y estudiantes, Universidad Nacional de Asunción, Paraguay, 20 junio 2005.
http://buenosdiasamerica.blogia.com/2005/071201--hay-que-ir-organizando-un-gran-movimiento-continental-..php
[16]. István Mészáros: Beyond Capital - Towards a Theory of Transition, New York, Monthly Review Press, 1995, pp. 904‑905.
Traducido del Inglés por nosotros mismos.
[17]. István Mészáros: The challenge and burden of historical time: socialism in the twenty-first century, New York, Monthly Review Press, 2008, p. 63.
Traducido del Inglés por nosotros mismos.
[18]. En la oportunidad del congreso mundial del IMT celebrado en 2009, el reagrupamiento sufrió una ruptura. El "Corriente Marxista Revolucionario" se separó del IMT; engloba las organizaciones denominadas "El Militante" en Venezuela, en España, en Colombia y en México. El IMT está presente en Venezuela con el corriente "Lucha de clases" dentro del PSUV. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se constituyó en 2008 para dotar H. Chávez de una base organizada como partido. El objetivo era a la vez formar una organización de masa y reunir en este marco el conjunto de las fuerzas políticas aliadas. Sin embargo algunos partidos apoyando el régimen, en particular el PCV, no se incorporaron en el PSUV.
[19]. Emisión "Aló Presidente", Venezolana de Televisión (VTV), 21 marzo 2004.
http://www.alopresidente.gob.ve/materia_alo/25/1570/?desc=alo_presidente_185.pdf, p. 28.
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[27]. Idem.
[28]. Idem.
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[34]. Vladimir I. Lenin, "Las tareas del proletariado...", op. cit., p. 52.
[35]. Vladimir I. Lenin, "Sobre la dualidad del poder", abril 1917. Traducido de: V. Lénine, Oeuvres, tome 24, Éditions Sociales, Paris, Éditions du Progrès, Moscou, 1966, p. 28.
[36]. Vladimir I. Lenin, "Las tareas del proletariado...", op. cit., p. 53.
[37]. Vladimir I. Lenin, "Informe sobre la revisión del programa del Partido", abril 1917. Traducido de: V. Lénine, Oeuvres, tome 24, Éditions Sociales, Paris, Éditions du Progrès, Moscou, 1966, p. 279.
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[39]. Vladimir I. Lenin, "Resolución sobre las medidas que tomar contra la debacle económica", mayo 1917. Traducido de: V. Lénine, Oeuvres, tome 24, Éditions Sociales, Paris, Éditions du Progrès, Moscou, 1966, p. 530.
[40]. Vladimir I. Lenin, "Las tareas de la revolución", septiembre 1917. Traducido de: V. Lénine, Oeuvres, tome 26, Éditions Sociales, Paris, Éditions du Progrès, Moscou, 1967, p. 58‑59.
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[42]. Vladimir I. Lenin, "Para una revisión...", op. cit., p. 173.
[43]. Vladimir I. Lenin, "Resolución sobre las medidas que tomar...", op. cit., p. 530.
[44]. Vladimir I. Lenin, "La debacle económica y el modo proletario de combatirla", junio 1917. Traducido de: V. Lénine, Oeuvres, tome 25, Éditions Sociales, Paris, Éditions du Progrès, Moscou, 1971, p. 40.
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[50]. Idem.
[51]. Facundo Aguirre, Ruth Werner, "Argentina: El Partido Obrero y el movimiento de los desocupados - Mitos y Justificaciones sobre el “piqueterismo”".
[52]. Rafael Fernández, op. cit.
[53]. Idem.
[54]. Idem.
[55]. Idem.
[56]. Christian Castillo, op cit.
[57]. Facundo Aguirre, Ruth Werner, "Argentina: El Partido Obrero...", op. cit.
[58]. Jorge Sanmartino, "A un año de las Jornadas Revolucionarias en Argentina - Un balance de las estrategias políticas en la izquierda", Estrategia Internacional, n° 19, enero 2003.
[59]. Christian Castillo, op. cit.
[60]. Jorge Sanmartino, op. cit.
[61]. Idem.
[62]. Rafael Fernández, op. cit.
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[64]. Christian Castillo, op. cit.
[65]. Rafael Fernández, op. cit.
[66]. Christian Castillo, op. cit.
[67]. Rafael Fernández, op. cit.
[68]. Facundo Aguirre, Ruth Werner, "Argentina: El movimiento piquetero - Entre la lucha de clases y la institucionalización".
[69]. Rafael Fernández, op. cit.
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[87]. Rafael Fernández, op. cit.
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[97]. Idem.
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[103]. Rafael Santos, op. cit.
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