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1 Conferencia Comunista Latino Americana
1‑12 junio 1929

Decimoséptima sesión
8 junio 1929

El problema de las razas en América latina (cont.)

 

 

Fuente:

S.S.A. de la I.C., El Movimiento revolucionaria latino americano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latino Americana, Junio de 1929.

La Correspondencia sudamericana, Buenos Aires

 

 

 

 

 

 

Establecido: septiembre 2018

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1 Conferencia Comunista Latino Americana - Índice

 

 

 

 

 

 

Preside: Suárez (México).

Juárez. [...]

Leoncio (Brasil). [...]

Peters (I.J.C.). ‑ Me parece que en los informes se confunde la cuestión de razas con la cuestión nacional. Eso no es justo, no solamente porque teóricamente la "raza" y la "nación" no coinciden (hay, por ejemplo, naciones constituidas por diferentes razas, y naciones diferentes, formadas por una sola raza), sino también, porque eso puede conducirnos a confusiones u errores en la táctica.

En América latina tenemos el problema de las razas, por ejemplo, en el caso de Panamá, donde la política de los imperialistas que explotan los antagonismos raciales, da a ese problema formas agudas; y tenemos, también, el caso en que existen diferencias de razas, ligadas al problema agrario, relacionado con todo el proceso histórico de la servidumbre de esas razas por los "blancos", dando a este problema todos los aspectos de la lucha nacional, de la cuestión nacional. El caso típico, se presenta con los indios de Perú y Bolivia. (Con esto no quiero decir que la cuestión de los negros, no pueda tomar el carácter de cuestión nacional.)

Al plantear el problema de los indios, es preciso evitar algunos errores, como por ejemplo, considerar este problema solamente como un problema cultural o racial, como los hacen los "defensores" pequeño-burgueses de la "raza indígena". Los camaradas del Perú, con mucha razón, han reaccionado contra esta concepción idealista y pequeño-burguesa, precisando la base agraria, la base de clase de este problema, pero en esta reacción de todo punto de vista exacta, me parece que han caído en el error contrario: el de negar el carácter nacional a la lucha de los indígenas. Una cosa no excluye la otra, sino que la completa. El camarada Lenin decía que "cada cuestión nacional es, en el 90 %, cuestión agraria", porque es claro que la lucha de los pueblos atrasados desde el punto de vista del desarrollo capitalista (es decir, pueblos de producción agraria preferentemente, con grandes masas campesinas) es, justamente, esta lucha contra las metrópolis capitalistas lo que constituye el eje principal de cada cuestión "nacional". En resumen, cada lucha nacional que se presente, tiene su base agraria; y solamente los pequeño-burgueses antimarxistas lo niegan, pero sería igualmente un grave error, reducir la cuestión a la cuestión de clase, a la cuestión agraria, porque esto significaría olvidar, justamente, las condiciones históricas de la lucha contra los conquistadores, etc.; peculiaridades que han determinado a los revolucionarios marxistas, a proclamar, al lado de las reivindicaciones de clase, la consigna, para nosotros fundamental, del "derecho de los puebles a disponer de ellos mismos, hasta el derecho de separación". Según mi opinión, la confusión de algunos de los camaradas peruanos, sobre el contenido nacional del problema indígena en el Perú, los conduce a estar contra esta consigna, que me parece debe ser lanzada por nuestros Partidos, allí donde existan masas compactas de indígenas ligadas con la cuestión de la tierra, que da a la lucha de los indígenas el aspecto de lucha nacional. En este sentido, los casos de Bolivia y Perú, son característicos.

¿Cuáles pueden ser las objeciones a la consigna de la autodeterminación de los pueblos, en esos casos?

Tomemos, por ejemplo, la "objeción" que ha hecho el camarada Saco ‑ en una conversación personal ‑, ha manifestado que lanzar esta palabra de orden, es desarrollar el chauvinismo entre los indígenas, facilitando que estos en sus revueltas, asesinen a todos los blancos, inclusive los obreros. Que los indios, en sus levantamientos, masacren a los blancos, es exacto, es indudable, también, que masacran a los trabajadores blancos, porque el odio que siente el indígena por el blanco conquistador, lo amplía al odio contra todos los blancos sin ninguna distinción. Para combatir esto, el Partido proletario del Perú, puede hacerlo solamente estableciendo que los trabajadores blancos defiendan las reivindicaciones de los indígenas, tales, por ejemplo, como la reconquista de la tierra y el derecho de autodeterminación. Y si se plantea la cuestión de esta manera, se verá que la consigna de los pueblos a disponer de ellos mismos, no solamente no desarrolla el "chauvinismo" de los indígenas, y "facilita" la masacre de los trabajadores blancos, sino que, en concreto, es el solo camino hacia la solidaridad entre los indígenas y los trabajadores blancos, la sola posibilidad de disminuir la lucha entre esos trabajadores y los indígenas insurreccionados. Y al contrario, crear las condiciones para la lucha en común contra los explotadores peruanos y extranjeros. "Por la unión de todos los explotados, por su solidaridad de clase, es indispensable el reconocimiento del derecho de separación de los pueblos", decía Lenin[1].

En el fondo, la objeción del camarada Saco, refleja inconscientemente, el espíritu chauvinista de los "blancos" del Perú, que no acepta la idea de Perú sin indios. Esta opinión del camarada Saco, no creo que la comparten los compañeros del Perú, pero es significativa, porque demuestra adonde conduce la negación de la consigna del derecho de autodeterminación.

En general, al plantear el problema nacional en América latina, es menester abandonar el espíritu "estatista", es decir, el fetichismo de las fronteras actuales entre los países latinoamericanos (del cual peca más que otros camaradas, el compañero Saco).

Es necesario comprender claramente que esas fronteras no son fronteras nacionales, en la mayoría de los casos; es necesario comprender que, Perú, por ejemplo, no es una nación. En general, las naciones se forman con la penetración de las relacionas capitalistas. Este proceso de formación, en países como el Perú, Bolivia, etc., no está terminado, y no podrá terminarse, porque la revolución victoriosa borrara las actuales fronteras, creando la federación de las repúblicas obreras y campesinas, sobre una nueva base; y no debe excluirse que en el proceso de la revolución ‑ como consecuencia de levantamientos simultáneos de indígenas en diversos países ‑, tengamos formada una república indígena. En todo caso, los partidos revolucionarios deben proclamar con energía, este derecho de los trabajadores indígenas. (A este efecto, la experiencia de las insurrecciones indígenas nos demuestran como ampliándose, pasan las fronteras de los Estados actuales.) Si se plantea la cuestión de esta manera, a mi juicio, el único exacto, desaparecen las objeciones contra la consigna "del derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos", como por ejemplo, la objeción de que en países como Bolivia donde la población la constituyen en su mayoría, los indios, no se puede lanzar esa consigna para las minorías nacionales. Esta objeción es, en general, falsa, porque tenemos muchos casos ‑ la antigua Rusia zarista, por ejemplo ‑, donde la minoría de los grandes rusos oprimía una mayoría de otra nacionalidad. Pero seria indubitablemente falso, deducir de este hecho, que la consigna análoga lanzada por el Partido Comunista ruso, era inexacta por esto mismo. En general, la experiencia soviética, sobre el sistema de la creación de repúblicas federativas de pueblos como los "chuvachi"[2], los "kirguises", etc., cuyo nivel cultural y económico no es muy superior al de la mayoría de las poblaciones indígenas, ha demostrado claramente que la consigna del derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos, no solamente es exacta porque nos permitirá unir la lucha de los trabajadores indígenas con los mestizos y blancos, sino también, porque es el solo camino real del desarrollo rápido y verdaderamente libro de los pueblos. (El camarada Peters cita un artículo de Lenin en el cual combatía la objeción de Ros Luxemburgo, contra la consigna de la autodeterminación.)

Creo que es bien claro para todos, a pesar que la discusión actual nos ha dado mucho, que sabemos todavía poco sobre este problema capital para la América latina; salvo los camaradas del Perú ‑ especialmente el camarada Mariátegui ‑, nuestros Partidos en su conjunto no han profundizado este problema. Debemos, entonces, estudiar mucho todavía, camaradas. Pero justamente para que este estudio y la discusión actual se oriente bien, es indispensable que le demos una dirección exacta, es decir, basando nuestro análisis sobre la comprensión de que el problema de los indios ‑ allí donde toma una forma aguda ‑, es una cuestión nacional (y no solamente, la cuestión agraria), y que desde ahora, liguemos esta cuestión con la consigna de la autodeterminación.

Quisiera plantear algunos otros aspectos de la cuestión, que podrán servir como material para la discusión. Es necesario que nuestros Partidos estudien la táctica a seguir para el caso de los levantamientos de indígenas; es claro que nuestros partidos deben tomar parte en estos levantamientos y trabajar por dirigir y orientar esas revueltas; es claro, también, que nuestros Partidos deberán aprovechar la crisis general del país, provocada por estos levantamientos, hacer todo lo posible por desencadenar los movimientos proletarios simultáneos, por la solidaridad con los indígenas en lucha, y por la amplitud de esa misma lucha. Pero, si bien es cierto que estas líneas generales deben ser bien claras para todo revolucionario, es necesario el análisis más concreto de la táctica de nuestro Partido. Es preciso, por esto, analizar muy seriamente cada experiencia de los levantamientos indígenas que han ocurrido hasta la fecha.

La segunda cuestión que quiero plantear, se refiere a la forma de penetración de nuestra influencia entre las masas indígenas. Para esto, es menester estudiar las formas de organización de masas entre los indios (escuelas, ligas campesinas, sociedades deportivas, etc.); debemos, también, estudiar la organización de los indígenas en los lugares en que los podemos organizar más fácilmente, en las fábricas de las ciudades, y sobre todo, en las minas, a las cuales vienen a trabajar muchos indígenas. Creo que debemos estudiar la creación de grupos indígenas en los sindicatos obreros, y en las otras organizaciones de masas.

Debemos, también, estudiar la posibilidad de editar periódicos en idioma indígena (me parece que hay sistemas especiales de escritura en caracteres latinos); es necesario, igualmente, hacer publicaciones con grabados (método que ha dado buenos resultados en la propaganda de nuestro Partido francés, entre los árabes analfabetos, en Argelia, y también, en China).

Es preciso hacer grandes esfuerzos para organizar a los jóvenes indígenas, porque es la capa de ellos más fácil a ganar para nuestra ideología.

Me permitirán los compañeros, que plantee un problema todavía más importante para nuestros Partidos y que se deberá estudiar con mucha seriedad, y es el grado de la diferenciación de clases, entre los indios. No hay duda que al lado de las antiguas castas, allí donde ha penetrado el capital mercantil, deben desarrollarse elementos usureros y explotadores entre los mismos indígenas; por otra parte, la política gubernamental tiende a crear los elementos indígenas ligándolos al aparato de Estado. Este proceso es necesario analizarlo con mucha atención, porque allí donde esos elementos existen entre los indígenas, la lucha revolucionaria es imposible sin la lucha contra estos elementos.

Queda sobreentendido que nuestros Partidos deberán preocuparse mucho del trabajo entre los soldados indígenas en el ejército regular, lo mismo que en los cuerpos mercenarios. Nada más, camaradas.

Martínez (Venezuela). ‑ Compañeros: Diré solamente algunas palabras, ya que considero exacta la manifestación del compañero Peters, cuando decía que no tenemos todos los materiales necesarios, como para discutir completamente y agotar este serio problema de las razas. Recuerdo que los compañeros del Brasil, en el 6° Congreso de la Internacional Comunista, negaban categóricamente la existencia del problema de razas en el país que representaban. Ahora vemos que tal problema existe y que es serio.

Los compañeros del Perú parecen tender a una especie de "semitismo" en América cuando se refieren a los indígenas. Ya el compañero Peters ha señalado los errores en que han sido esos compañeros. Creo que se debe plantear como reivindicación, la autodeterminación de los indígenas y que es necesario defender la cultura indígena...

Peters (I.J.C.) No es así, compañero. Nuestra consigna debe ser: derecho de desenvolvimiento libre de cada cultura.

Martínez (Venezuela). ‑ ¡Ah; bien!... Este problema tan interesante lo ha tomado con interés el compañero Peters, por cuyo motivo creo que él debe formar parte de la Comisión que preparará la resolución sobre el tema de razas.

En Cuba, Puerto Rico, etc. el problema racial es de mucha importancia y se presenta con caracteres tales, que es una cuestión inmediata, por lo que es necesario estudiarlo a fondo, para extraer conclusiones que nos puedan servir par a la agitación y organización de los trabajadores de color. Creo que debemos estudiar bien la consigna de autodeterminación, porque no sé hasta dónde es una palabra de orden de contenido revolucionario. ¿No crearemos con ella, la posibilidad de constituir una capa social en el seno del proletariado, que luego pueda convertirse en factor negativo o en un peso muerto que retrase la liberación del proletariado en su conjunto?

El mismo problema que se plantea en el Perú, la Internacional Comunista lo ha destacado para el caso de Sudáfrica, como se verá por el siguiente párrafo de la tesis respectiva aprobada por el 6° Congreso[3]:

"En la Unión Sud Africana, la mayoría de la población está compuesta por los negros. Las tierras les son expropiadas por los colonistas blancos y por el Estado; carecen de derechos políticos; no pueden trasladarse libremente de un punto a otro del territorio; son víctimas de las formas más brutales de opresión racial y de clase; sufren, al mismo tiempo, las consecuencias de las formas de explotación y opresión precapitalistas y capitalistas. El Partido Comunista que ha obtenido ya ciertos éxitos entre el proletario negro, tiene la obligación de continuar aún más enérgicamente la lucha por completa igualdad de derechos para los negros, por la anulación de todas las leyes y medidas dirigidas contra aquellos y la confiscación de latifundio. Al mismo tiempo que trabaja para atraer a su organización a los trabajadores negros, que los organiza en sindicatos de clase y conduciendo la lucha por la admisión de los negros en los sindicatos de los trabajadores blancos, el Partido tiene también la obligación de luchar, por todos los medios, contra toda suerte de prejuicios raciales en las filas de los trabajadores blancos y arrancar de cuajo dichos prejuicios de sus propias filas. El Partido debe, decidida y consecuentemente, lanzar la consigna y luchar de hecho por su realización, de la instauración de la república indígena con la garantía de igualdad de derechos para la minoría blanca. A medida que la evolución de las relaciones capitalistas determina la disolución del sistema económico indígena, el Partido debe reformar su labor de educación de clase de las capas explotadas de la población negra y contribuir a arrancarlas de la influencia de los explotadores de su clase, los cuales se van convirtiendo cada vez más, en agentes del imperialismo."

He aquí la solución que da la tesis del 6° Congreso de la Internacional Comunista al problema que nos ocupa, y que me parece se ajusta también a la situación de los países de América latina. Este problema lo volveremos a discutir en forma más amplia en el seno de la Comisión; por ahora, es todo lo que quería decir.

Braceras (Cuba). [...]

Mendizábal (Bolivia). [...]

Suárez (México). ‑ Creo conveniente aportar a estos debates las experiencias de los movimientos de índole indígena en nuestro país, con respecto especialmente a los comunidades indígenas.

Durante algún tiempo, se creyó que se podría diferenciar entre el problema del proletariado y el del indio; pero en los momentos actuales, este error ha sido enmendado, considerando todo el problema como un aspecto de la explotación capitalista. Pero me parece notar que algunos compañeros caen en el campo contrario de aquella concepción. Hay indígenas, que con todos los resabios de su civilización particular y que han salido de las tribus, se manifiestan de acuerdo con el proletariado, se une a este para combatir en un solo bloque el imperialismo o al capitalismo.

En la revolución mexicana, las comunidades agrarias jugaron un papel preponderante, por no decir descollante, en la lucha contra Porfirio Díaz. De las comunidades agrícolas mexicanas salieron esos ejércitos que combatieron denodadamente contra la tiranía de los latifundistas. La pequeña burguesía los sedujo prometiéndoles la entrega de las tierras, o mejor, la restitución de las tierras confiscadas o robadas por los latifundistas y la iglesia; pero triunfante la revolución, inmediatamente los indios comprendieron el engaño y hasta la fecha han intentado con medios violentos, conseguir esta aspiración; teniendo este antecedente, es necesario que nuestro Partido comprenda perfectamente el problema y por medio de reivindicaciones inmediatas, conquistemos a esta masa que nos servirá para la insurrección, de donde saldrá la liberación completa del indio.

Pero no se crea que todas las tribus indígenas han participado en la revolución mexicana, puesto que llegan a un total de 12 a 15 las existentes en el territorio. Este hecho demuestra que debemos tratar de organizar, de disciplinar, de conquistar a las tribus que no han jugado ningún papel en las revoluciones mexicanas, pero que tienen la aspiración, alimentan ese ideal de conquistar sus tierras, de poseer sus parcelas. Estos indios, en total, cuando han olvidado sus tradiciones y penetran en la masa campesina, se encuentran en un pie de absoluta igualdad con respecto al nativo, blanco o mestizo.

Sobre el asunto que plantea el compañero Peters creo que es exacta la consigna de autodeterminación sin que esto implique en todos los casos la formación de gobierno aparte.

Nosotros tenemos la obligación de ir hasta las tribus indígenas y ayudarlas en todas formas en sus luchas violentas contra los latifundistas o contra el gobierno, porque será la única manera de conquistar su confianza.

Cierto que es difícil penetrar en las tribus indígenas, pero a este respecto no hay necesidad de repetir aquí los sistemas que anunciaba cuando debíamos plantearnos la forma de llegar hasta los campesinos indígenas. Es también importante saber que los indígenas han sido llevados hasta la montaña, por las innumerables represiones a que periódicamente han sufrido. Otro procedimiento que me parece debe darnos buenos frutos es el de conseguir indios proletarios e instruirlos de manera que se conviertan en agitadores entre las tribus a que será enviado por el Partido.

Resumiendo todo lo que he manifestado, creo oportuno plantear las siguientes reivindicaciones.

1° Restitución de las tierras que les fueron robadas;

2° Lucha contra los impuestos que gravan sus mercaderías;

3° Libertad de tránsito y de comercio en los territorios de los feudos y pueblos en general;

4° Lucha contra la "leva"; es decir: el sistema gubernamental de forzarlos a formar parte del ejército;

5° Lucha contra las leyes que estipulan el trabajo obligatorio en condiciones inferiores como por ejemplo, la ley "vial" del Perú;

6° Lucha por la autonomía en sus tierras.

Muñoz (Argentina). [...]

Simons (Estados Unidos). [...]

Zamora (Perú). [...]

Mendizábal (Bolivia). [...]

Zamora (Perú). [...]

Chaves (Panamá). [...]

Villalba (Guatemala). [...]

Marquez (El Salvador). [...]

Juárez (Cuba). [...]

Suárez (México). [...]

Romo (Argentina). [...]

Luis (C.E. de la I.C.). ‑ Camaradas: es la primera vez que abordamos el problema de las razas en una Conferencia de la Internacional Comunista.

Cuando se hallaban en Moscú nuestros delegados de los partidos comunistas latinoamericanos, al discutirse los problemas de sus respectivos países, les hemos planteado siempre el problema de las razas. Intuíamos en América latina un complicado problema de razas, y de ahí nuestro interés en documentarnos sobre sus características. Pero casi todos los compañeros respondían a nuestras demandas con el argumento siempre repetido, que en América latina no habían conflicto de razas; negaban la existencia de tal problema, limitándose a plantear la cuestión de las razas como una simple cuestión social, y afirmando que en las repúblicas de América latina, no existen los prejuicios raciales, que se manifiestan en los Estados Unidos o en el Sur de África. Los debates del Congreso Sindical de Montevideo, y sobre todo, los de esta Conferencia, han demostrado claramente, no solo que existe en América latina el problema de las razas, sino que es de una extrema complejidad: íntimamente ligado al problema social de la tierra, al pasado histórico de la América latina, realizado a base de conquista violenta, de esclavitud y de servidumbre, al problema de los idiomas y de las diversas nacionalidades indígenas de las diferentes regiones, a la coexistencia de tres razas y de un número considerable de mestizos y de criollos, a la pérfida política del imperialismo que crea y fomenta las rivalidades entre las razas, para poderlas explotar mejor.

Existe, entonces, el problema social, el nacional y el racial propiamente dicho: la lucha de razas entre sí, el levantamiento de los indios, contra los blancos. Naturalmente, que el blanco es con frecuencia el explotador, pero ello no obsta para que se marche contra los blancos por diferencias raciales.

Opino que después de este debate, para todos nuestros Partidos se plantea claramente la cuestión; y si el 6° Congreso de la Internacional Comunista no produjo una tesis sobre la cuestión de las razas, es porque, repito, los compañeros de Latinoamérica afirmaban la no existencia de ese problema.

Creo que después de esta Conferencia, los compañeros de nuestros Partidos deberán realizar el estudio detenido del mismo, para poderlo plantear más clara y concretamente en una próxima conferencia. Por eso creo que los proyectos de la resolución cuyas líneas generales se han escuchado, deben servir como una base de estudio y discusión, aunque incompleta; y por esto, en el estado actual de nuestro estudio, me parece más prudente que la Conferencia no tome todavía una resolución definitiva, invitando a todos los Partidos y a todos los camaradas de la América latina y de la Internacional Comunista, a profundizar el problema antes de adoptar tesis definitivas.

Los proyectos no tocan, en particular, el problema exclusivamente agudo y difícil de la introducción, por parte del imperialismo yanqui, de millares de trabajadores negros de Haití, Santo Domingo y de Jamaica, en las plantaciones bananeras de Panamá y Guatemala; en las plantaciones azucareras de Cuba, etc., donde los trabajadores de color, reemplazan a los indígenas en la producción. Se desencadena una lucha, frecuentemente violenta, de los indígenas contra los obreros negros, lucha que solo aprovecha a los accionistas yanquis que los explotan tanto más fácilmente, estando divididos. La solución adoptada por la legislación mexicana, prohibiendo la entrada al país de los negros y de los chinos, y fijando un porcentaje mínimo que no puede exceptuarse, no puede ser la solución del proletario revolucionario que debe, por el contario, unir a todos los explotados de las diversas razas, para la lucha contra el imperialismo, que crea y aviva los rivalidades. Además, los proyectos de tesis no diferencian el problema racial del nacional. Ello puede ser exacto para los negros, que han perdido su idioma, sus costumbres y sus nacionalidades primitivas, porque han adquirido una nueva nacionalidad que provoca en el seno de la raza negra, rivalidades y luchas artificialmente creadas por el imperialismo. Pero los indios vienen de tribus muy diferentes, cuya lengua, costumbres y tradiciones son diversas: constituyen una raza pero con muchas nacionalidades, muchas tribus frecuentemente en lucha. El problema social, se compone, entonces, de problemas nacionales, al mismo tiempo que del problema social que es fundamental, porque la posición de la tierra une a todos los indios contra los que las ocupan y explotan.

El problema nacional es uno de los factores más pujantes de la revolución. Del cambio de ideas entre los compañeros Suárez y Muños despréndese que considerar el problema tan solo del punto de vista militar, es un grave error; pero sería un error también no ver el problema militar; lo que hay que hacer es encarar todos los aspectos (económico, político, militar) del problema. Eso es lo exacto.

Particularizándome con el problema indígena, opino que no se ha encarado todavía la cuestión de las tribus que aún viven en estado salvaje. Debemos estudiar también el problema de las tribus constituidas en comunidades, que se plantea de una manera especial.

Pasemos ahora a las consignas de autodeterminación. Dada la situación que hemos analizado, la consigna de la autodeterminación de las naciones oprimidas, su derecho a disponer de ellas mismas, no sería suficiente para solucionar el problema racial en América latina. El problema aparece más complejo. Las tribus indígenas han sido arrojadas de las mejores tierras, en parte se han retirado de ellos mismos ahora que han sido expoliados y arrojados de las tierras que trabajaban, seria, en los hechos, consagrar el derecho de los conquistadores. El derecho de autodeterminación debe ser completado por el derecho de arrebatar las tierras a quienes las han conquistado.

Pero este aspecto del problema presenta también dificultades evidentes. No se puede lanzar la consigna de la América latina solamente para los indígenas, hay millones de negros, de mestizos, de criollos y de blancos, que no pueden ser arrojados simplemente de la América latina con los imperialistas y los grandes terratenientes porque constituyen una gran masa explotada de trabajadores. A un chino nosotros le decimos: "Arroja al imperialismo de tu país"; pero en la América latina, la situación no es tal como para que podamos lanzar la consigna de la autodeterminación.

Encaremos el problema abordado por el camarada Peters que podría confundirse con la idea expuesta con anterioridad por el A.P.R.A.: "Latinoamérica para los indios". ¿Acaso podemos lanzar esa consigna? Evidentemente, no; porque sería una consigna francamente reaccionaria.

Creo que esta cuestión deberemos estudiarla a fondo; pero, sobre todo, dar a las comunidades indígenas el derecho a disponer de las tierras que les han sido arrebatadas. El problema, vuelvo a repetirlo, es más complejo que el de las minorías nacionales europeas; pero opino que toda nuestra acción debe girar alrededor de esta consigna fundamental: "el derecho a la tierra". Solo un gobierno obrero y campesino, aplicando las soluciones adoptadas por la Republica Soviética en el viejo imperio de los zares, podrá solucionar realmente este problema.

Para terminar, algunas palabras sobre las luchas entre los obreros de color y los indígenas. Sobre este punto pueden surgir errores. Algunos compañeros de países de fuerte inmigración, preguntan si hay que cerrar las puertas de los mismos a los negros, a los chinos, etc. No, camaradas. Es ese, precisamente el error cometido por el partido Comunista francés con respecto a la inmigración y que ha sido criticado duramente por la Internacional Comunista. Nuestro punto de vista debe ser distinto. Nuestra táctica debe ser seguir la línea que preconiza la Internacional Comunista en los países de inmigración, y considerar a los inmigrantes como hermanos que sufren al lado nuestro. Nuestra tarea especial es, entonces, la de dar al proletariado que emigra, una conciencia de clase tal que se ligue a la lucha del proletariado nativo. Nuestros Partidos interesados y sobre todo, el norteamericano, deben penetrar por cualquier medio en Haití, por ejemplo, para educar a los negros que serán enviados a los países de inmigración. Los indígenas deben fraternizar, de tal manera que los negros enviados por la "United Fruit Co." no sean los agentes del imperialismo, sino los aliados de los indígenas en sus luchas contra esa empresa imperialista. Ligar los intereses de los trabajadores indígenas a los de los negros, y quebrar el deseo imperialista de confrontarlos: he aquí la cuestión.

Estas son las consideraciones que deseaba hacer. El problema ha sido planteado; es necesario abordarlo más profundamente antes de tomar cualquier determinación. Por eso propongo que no se tome una resolución definitiva en esta Conferencia, y se tomen los dos proyectos de tesis como base de discusión; se abre la discusión en "La Correspondencia Sudamericana" y se resuelva el asunto en una próxima Conferencia. Queda entendido que el Secretariado Sudamericano se encargará de dar indicaciones para el trabajo practico de cada país.

Saco (Informante). Como conclusión de la discusión, debo constatar que este debate sobre la cuestión de las razas en la América latina, ha evidenciado la existencia de puntos de vista diferentes en el planteamiento de esta cuestión y en la apreciación de sus aspectos. Asimismo, ha permitido conocer muchos datos importantes expuestos por los delegados de los varios países de América Latina que contribuyen valiosamente al conocimiento y a la solución de este mismo problema. Voy, en primer término, a pasar brevemente en reseña las observaciones y las opiniones que los compañeros han remitido a raíz de nuestro informe durante la discusión del mismo.

El compañero Peters denuncio "cierta confusión" entre la cuestión racial y la cuestión nacional. Fue precisamente objeto de mi exposición, al tratar este el separar netamente el factor "racial" del factor "nacional", al constatar que nuestra posición había sido interpretado como si opusiéramos el aspecto de la lucha de clases, al aspecto racial, lo que no hacemos de ninguna manera.

Lo que sí queremos separar es precisamente el concepto "racial" del concepto "nacional", negando la importancia actual de este último.

Voy a aclarar estos puntos para evitar precisamente la confusión formal de interpretación de nuestras palabras, en la que parece haber caído el compañero Peters. El carácter de la "nación" de una colectividad es un carácter completamente contingente y está condicionado por la concurrencia, en distinta medida, de una serie de factores cuya agregación y suma tiene un valor temporal; factores geográficos, étnicos, idiomáticos, religiosas, histórico-políticos y hasta climáticos.

El carácter "nación", por su misma complejidad reviste el máximo de sus actualizaciones, perdiendo en la misma medida su valor potencial; mientras que el carácter de "raza", considerablemente más simple y puro, esta menos condicionado, menos actualizado y conserva un carácter potencial proporcionalmente mayor.

Afirmo y sostengo que el problema racial indio no es necesariamente, en la actualidad, un problema nacional.

El compañero Peters dice haber "tenido la impresión que los delegados del Perú están demasiado ligados al concepto actual del Perú como nación estable". Quiero rectificar esta impresión, afirmando que creemos que los límites actuales de los países de América latina, que encierran grandes mayorías de indígenas, tal como han sido sancionados al finalizar las guerras llamadas de independencia, son completamente arbitrarios. Es cierto lo que el compañero afirma: "hay más afinidad entre un indio del Perú y uno de Bolivia, que entre un indio peruano y un blanco o mestizo peruano". El factor racial es de una importancia innegable.

El compañero Peter señala que nuestra reacción contra la opinión burguesa de que nos encontramos de frente a un problema exclusivamente cultural y racial, ha sido justa pero exagerada conduciendo a una subestimación del contenido "nacional" no implique por parte nuestra un desconocimiento del aspecto "racial" de la cuestión[4]. "Este problema nacional ‑ dice el compañero Peters ‑ tiene un 90 % de problema campesino." Nosotros enunciamos esta misma proposición en sentido inverso: "Este problema campesino tiene un 90 % ‑ y aun mucho menos[5] ‑ de aspecto racial." Ya apunté, en mi informe que si bien es cierto que la gran mayoría de los proletarios agrícolas y campesinos están compuestas por indios, hay una fuerte cantidad de mestizos comprendidos en esas mismas clases, y especialmente en la primera, de los asalariados agrícolas. Por otro lado, también apunte que el 80 % aproximadamente de los mineros peruanos son indios, habiendo 29.000 obreros mineros en el Perú, país de economía agrícola. En Bolivia, país esencialmente minero, la casi totalidad de los obreros mineros está formado por indios. Emite también, el compañero Peters, la opinión de que existe en nosotros el temor fundamental de que orientando los indios hacia sus reivindicaciones nacionales, pueda ello constituir un peligro de que los indios lleguen a luchar en contra del proletariado no indígena. "Este peligro ‑ dice Peters ‑ es casi inevitable. Solo es evitable ‑ agrega ‑ con una propaganda que demuestre a los indios que el proletariado no se opone, sino que está dispuesto a ayudarlos, en la adquisición de su autodeterminación india. Esta afirmación combatirá la desconfianza histórica hacia el blanco y el mestizo".

Nosotros creemos que la palabra de orden que hará del indio un aliado del proletariado no indio en lucha por sus reivindicaciones, no debe ser la palabra de orden de la autodeterminación india, sino la palabra de orden que plantee a los indios sus reivindicaciones de clase oprimida y explotada: eso podrá transformarlos en aliados del proletariado alógeno, eso podrá llegar a darles un espíritu de clase, tarea fundamental de la propaganda marxista. El proletariado deberá limitarse en afirmar por el momento, su voluntad de respetar los derechos de la raza indígena, de reconocer su paridad racial con las demás razas, de no obstaculizar en ninguna forma, sino impulsar al libre desenvolvimiento de su cultura y de sus características raciales.

En otras palabras: hay que tener en cuenta el problema racial, pero hay que supeditarlo al problema de clase.

Hay una serie de sugestiones prácticas que nos hace el compañero Peters las que creo debemos aceptar y actualizar en las medidas de nuestras fuerzas.

Plantea el deber de constituir las "Ligas Campesinas". Creemos que es una tarea de gran importancia: esta nos será facilitada por la existencia de asociaciones indígenas, existentes en las masas agrícolas con fines de defensa contra las expoliaciones de tierras y los métodos esclavistas.

Sugiere la posibilidad de constituir escuelas para los indios; creemos de suma importancia llevar a la práctica este propósito, puesto que este medio constituirá la base de una influencia considerable de nuestras ideas entre los indígenas agrícolas.

El compañero Peters insiste sobre la creación de una prensa especial para ellos en forma fácil, ilustrada, en idioma quichua. Actualmente nuestro periódico penetra en la masa indígena minera del Perú, y hemos tenido numerosas pruebas de la influencia en ocasión de las campañas que realizamos en su favor. Aceptamos integralmente esta proposición; es necesario que en Perú, en Bolivia y otros países, se editen periódicos especiales para los indios mineros y agrícolas. Por lo que se refiere a la cuestión del idioma, hago presente que, no existiendo alfabeto quichua, el indio que aprende el alfabeto, aprende también el castellano. El mismo, al leer a sus compañeros analfabetos, puede hacerlos la traducción en quichua. Sin embargo, un idioma en periódico quichua[6] tiene que ser mucho más eficaz.

Subrayo la necesidad de organizar a los indígenas mineros. Su nivel cultural es en general, algo superior al del indio agrícola. Es importante organizarlos dentro de los cuadros clasistas. Los compañeros de Bolivia están más adelantados que nosotros, peruanos, en esta tarea. Nosotros debemos seguir su ejemplo y todos intensificar nuestra acción. Demuestra la necesidad de penetración de compañeros en las masas indígenas. En Perú y Bolivia hay compañeros que han penetrado en las masas indígenas y han logrado formar entre los indios propagandistas admirables, verdaderas revolucionarios que han jugado un papel importante en más de una sublevación.

El compañero Martínez, de Venezuela, dijo que no debemos temer la formación de un estado nacional indio, porqué será un estado revolucionario sin divisiones de clases. Rechazo de manera terminante esta concepción antimarxista. No solo una revolución nacionalista, no solo una revolución democrático-burguesa, sino tampoco una revolución proletaria será capaz de crear automáticamente un Estado sin clases. El proletariado ruso, en marcha hacia la socialización de la producción y de la sociedad misma, tiene que mantener firmemente su dictadura hasta que cesen las razones que la determinan, la existencia de las clases y la consiguiente lucha de clases. Dentro de la táctica marxista, la I.C. ha contemplado el caso de apoyar revoluciones nacionalistas en los pueblos atrasados, pero de ningún modo se ha basado en la creencia de que esta revolución haga cesar la diferencia y la lucha de clases; el compañero Martínez al referirse a las consignas que la I.C. dio para Sudáfrica, hace una confusión lamentable entre los alcances de una revolución nacionalista que conduzca a la formación de una libre republica negra en Sudáfrica, y los marcos en los que se ha de desarrollar la revolución democrático-burguesa en la América latina, donde la coexistencia de distintas razas dentro de cada Estado, la diferenciación de clase que no coincide de ninguna manera con la de razas, y del problema agrario cambian completamente los objetivos, las fuerzas, y el curso de la revolución.

Estoy completamente de acuerdo con las afirmaciones hechas en la comisión por el compañero Jolles cuando insiste sobre la importancia enorme que tienen la existencia de instituciones de colectivismo económico primitivo entre los indígenas y la supervivencia del espíritu de cooperación en el trabajo.

Hago resaltar que este colectivismo tiene caracteres ligados íntimamente a la producción y ningún carácter racial, menos todavía nacional. Es sabido que hay numerosas colectividades agrícolas mixtas, de indígenas y mestizos. Hay que utilizar este colectivismo económico y aprovecharlo para acentuar el colectivismo de clase.

Las exposiciones de los compañeros Braceras y Juárez de Cuba, han demostrado la creación artificial, por parte del imperialismo, de conflictos económicos dentro de la misma raza negra.

El compañero Leoncio, del Brasil, nos demostró la persistencia de las luchas de clases sobre la del problema racial negro en el Brasil.

El compañero Mendizábal, de Bolivia, ha evidenciado un hecho importante: la desconfianza del indio, en general, para el que se acerque a él con intención de enseñarle algo nuevo y captar su voluntad, especialmente si el propagandista no pertenece a su raza. Señala asimismo la necesidad de que la propaganda entre los indios sea realizada por medio de indios. Estoy completamente de acuerdo con esta apreciación y con esta indicación del compañero.

Al anunciar los aspectos del problema indio, el compañero Mendizábal nos habló, primero, de la necesidad de manifestar a los indios que los proletarios no quieren alterar las características y costumbres raciales indígenas; después nos dijo ‑ se le explicara su rol en la lucha común de todos los explotados contra los explotadores; por ultimo nos dijo ‑ se les declarará que ellos tienen derecho a la posesión de las tierras que cultivan y que para eso deben luchar. Agregó que una sola propaganda sobre la base de la reivindicación de la tierra no sería útil sino unida al respeto de las características raciales y al reforzamientos de los lazos de clases.

Sobre cada uno de los tres puntos, tomados aisladamente, estoy de acuerdo con el compañero. No he entendido bien si el sostiene que el orden en que los ha enunciado sea el mismo que debe regir en nuestra propaganda. En este caso, yo opino que debemos colocar en primer término, la reivindicación de la tierra, luego los lazos de clase, y luego la formación de las características raciales.

Mendizábal (Bolivia). ‑ En primer término, tenemos que considerar el problema de las clases. El indígena está considerado en un nivel más bajo que el del proletario. Debemos tender a elevar el bajo nivel del indio y eso lo podremos realizar, afirmándole en primer término, que es nuestra intención respetar sus características y costumbres raciales. Con eso nos habremos ganado su confianza. Luego le haremos comprender el derecho que tiene a la tierra.

Saco. ‑ Quisiera saber si el compañero tiene en cuenta, en primer término, la lucha de clases.

Mendizábal (Bolivia). - Efectivamente, es así.

Saco. ‑ El compañero Suarez, de México, nos dijo que al considerar el problema indio, debemos evitar los dos extremos: una consideración puramente clasista así como una consideración puramente racial. En esto estoy de acuerdo con él. Agregó también que él conceptuaba que para el indio agrícola debían considerarse reivindicaciones agrarias, mientras que para el indio proletario, plantearse reivindicaciones proletarias. Además dijo que en México, el problema indio es un problema proletario, excepto en el caso del Estado de Yucatán, donde además existe un problema racial que puede plantear la cuestión de la autonomía de esa región.

Sugirió, además, un programa de agitación dentro de los indios, colocando en primer término la reivindicación de la tierra. Señala, además, un programa de reivindicaciones concretas como las de la liberación de impuestos que gravan sobre sus productos, la libertad de tránsito, y la liberación de muchos otros vejámenes. Creo que es precisamente nuestra tarea inmediata, la de luchar por esas reivindicaciones concretas, cuyo programa hay que elaborar con particular atención.

El compañero Muñoz ha defendido con mucho calor sus puntos de vista. No creo que haya agregado aportes nuevos a la discusión. Estigmatizó una concepción puramente militarista de la revolución y afirmó que el problema indio no es solo una cuestión de clase, sino también una cuestión racial. Sería muy difícil que yo pudiera objetar algo a estas afirmaciones.

El compañero Taboada, de Guatemala, subrayo la importancia nefasta que tiene en ciertos medios proletarios la propaganda clerical y dijo que debemos contrarrestarla. Creo que debemos combatir la campaña de corrupción ideológica llevada a cabo por el clero y sus adherentes, al mismo tiempo que perseguimos nuestra propaganda revolucionaria clasista, sin iniciar, en general, campanas exclusivamente anticlericales, las que podrían en muchos casos, no tener ninguna posibilidad de eficiencia.

El compañero Márquez, de El Salvador, dice que "la solución completa del problema indio solo llegará con la dictadura del proletariado". Coincido plenamente con esta afirmación del compañero, apuntando, sin embargo, que uno de los elementos fundamentales del problema indio, la reivindicación de la tierra, podrá ya ser solucionado dentro del proceso de una revolución democrática-burguesa. De aquí surge la necesidad imperiosa, de dar antes al indio una educación clasista para que luche para sus reivindicaciones en estrecha alianza con el proletariado mestizo o alógeno.

El compañero Juárez, de Cuba (como también lo había apuntado el compañero de Guatemala), demuestra la significación de la presencia de la raza china en su país. Dice que en Cuba fue importada como mano de obra asalariada, pero llenó un papel próximo al de la esclavitud.

Contrajo, sin embargo, ciertas relaciones con el país, habiendo participado en las guerras de independencia. Actualmente conserva su importancia en las luchas políticas. No tiene ninguna reivindicación específica de su raza. En el Perú, la inmigración china está constituida por asalariados agrícolas en las haciendas de la costa, y por pequeños comerciantes, especuladores del comestible, en las poblaciones y ciudades. Hay formación de una clase burguesa china con intereses vinculados a la de la burguesía nacional y extranjeras. La raza china no tiene reivindicaciones específicas de raza.

En general, en la América latina, la raza china no ha contraído raigambre con la tierra, no habiendo abandonado su carácter inmigratorio.

Martínez (Venezuela). ‑ Quiero intervenir nuevamente con muy breves palabras sobre este asunto. Diré que cuando se planteó la cuestión de razas, he leído el párrafo bien explícito de la tesis colonial de la Internacional Comunista[7].

Hemos dicho ya que por encima de la cuestión de razas, se ha planteado la cuestión de la tierra, pero me parece que nadie podrá negar a los indios el derecho a seguir siéndolo. Si planteamos la cuestión en la forma como la enuncia el compañero Juárez, tendremos una infinidad de problemas a resolver.

Debo hacer otra pequeña aclaración: el compañero informante nos ha dicho que el compañero Luis está de acuerdo con él, y esto no es exacto. El camarada Luis no ha negado rotundamente el derecho de autodeterminación, sino en caso que los indios se encuentran, por ejemplo, en la cima de una montaña, lo que es bien distinto a lo que sucede en el Perú.

(Se pasa a cuarto intermedio.)

 

 

 

 

 



[1]

El derecho de las naciones a la autodeterminación, 1914

Los intereses de la clase obrera y de su lucha contra el capitalismo exigen una completa solidaridad y la más estrecha unión de los obreros de todas las naciones, exigen que se rechace la política nacionalista de la burguesía de cualquier nación. Por ello sería apartarse de las tareas de la política proletaria y someter a los obreros a la política de la burguesía, [...] el que los socialdemócratas se pusieran a negar el derecho a la autodeterminación, es decir, el derecho de las naciones oprimidas a separarse, [...]. [...] En cuanto el proletariado de una nación cualquiera apoye en lo más mínimo los privilegios de "su" burguesía nacional, este apoyo provocará inevitablemente la desconfianza del proletariado de la otra nación, debilitará la solidaridad internacional de clase de los obreros, los desunirá para regocijo de la burguesía. Y el negar el derecho a la autodeterminación, o a la separación, significa indefectiblemente, en la práctica, apoyar los privilegios de la nación dominante.

[2]

 

CHUVASIOS Los chuvasios viven al este del río Sura. en la república autónoma de Chuvashis, aunque un gran número se localiza en las repúblicas vecinas de Tartaria (Tatarstan) y Bashkiria (Bashkortostan). así como en los alrededores de Ulianovsk. Kujbysheusk y Saratov. También se pueden encontrar grandes proporciones de chuvasios en Siberia central. De los aproximadamente 1.5 millones de habitantes de la república, la mitad son chuvasios. Emplean lenguas finesas y la población autóctona fue expuesta durante dos siglos a la cultura turca de los búlgaros del Karma. por eso antropológicamente combinan elementos europeos y mon- goloides.

 

[3] Dans l'Union sud-africaine, les masses nègres constituent la majorité de la population, leurs terres sont expropriées par les colons blancs et par l'État, elles sont privées des droits politiques et du droit •de circuler librement, elles souffrent de la pire oppression de race et de classe et des méthodes d'exploitation et d'oppression précapitalistes et capitalistes. Le parti communiste, qui a déjà obtenu certains succès dans le prolétariat nègre, a le devoir de poursuivre avec encore plus d'énergie sa lutte pour l'égalité complète des nègres, l'abolition de toutes les mesures et lois spécialement dirigées contre eux et pour la confiscation des terres appartenant aux propriétaires fonciers. En recrutant les ouvriers nègres, en les organisant dans les syndicats, en luttant pour l'admission des nègres dans les syndicats des ouvriers blancs, le parti a le devoir de lutter par tous les moyens contre tous les préjugés de race parmi les ouvriers blancs et les déraciner complètement de ses propres rangs. Le parti doit lancer avec énergie et conséquence le mot d'ordre de la fondation d'une république indigène indépendante qui assurerait les droits de la minorité blanche, il doit lutter par l'action pour la réalisation de ce mot d'ordre. Dans la mesure où le développement des rapports capitalistes désagrège le régime des tribus le parti doit renforcer l'éducation de classe des couches exploitées de la population nègre et s'efforcer de les arracher à l'influence des exploiteurs, qui deviennent de plus en plus les agents de l'impérialisme.

[4] ???

[5] ????

[6] ???

[7] Ver anterior discurso sobre la cuestion de razas.