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Español > Análisis > |
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1 Conferencia Comunista Latino Americana Segundan, tercera y cuarta sesión La situación internacional de América latina y los peligros de guerra (cont.) |
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Fuente: S.S.A. de la I.C., El Movimiento revolucionaria latino americano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latino Americana, Junio de 1929. La Correspondencia sudamericana, Buenos Aires |
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Establecido: septiembre 2018 |
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Romo (Presidente). ‑ Queda abierta la sesión. Tiene la palabra el compañero González Alberdi. González Alberdi (Argentina). [...] Luis (Delegado de la I.C.). ‑ Camaradas: Sobre este primer punto de la orden del día, deseo abordar tres cuestiones esenciales: 1° La cuestión de la estabilización del capitalismo, el tercer periodo y su ligazón con la crisis general del capitalismo; 2° La cuestión de los peligros de guerra y de nuestra lucha contra esta; 3° El problema de las formas de penetración del imperialismo en América latina. I. La estabilización capitalista, el tercer periodo y la crisis general del capitalismoPara evitar toda interpretación errónea de la tesis del 6° congreso sobre la estabilización del capitalismo, es necesario hacer un análisis de las formas tomadas por la crisis general del capitalismo, inmediatamente después de la guerra, y de las formas que ella adquiere en el presente; comprender lo que ha cambiado en la situación del capitalismo. Si se compara el estado del mundo capitalista de hoy, con el estado en que se encontraba en los años que han seguido a la guerra mundial, aparecen transformaciones que sería infantil y tonto el querer negarlas en el sentido de una estabilización, de una consolidación aparentemente más grande del régimen capitalista, de su aparato de producción y de cambio, de su aparato de represión política, de la ligazón siempre más íntima del capital financiero con el Estado burgués y las organizaciones obreras reformistas, para una colaboración de clases en la obra de estabilización del régimen. Este esfuerzo por la estabilización se caracteriza por el desarrollo de la producción por encima del nivel de anteguerra, por un desenvolvimiento considerable de la técnica y del aparato de producción, por el restablecimiento de los cambios internacionales; el comercio mundial sobrepasa también el nivel de anteguerra, por la estabilización de los cambios y un saneamiento de la moneda, por un compromiso en la cuestión de las deudas de guerra y de las reparaciones, que elimina, por cierto tiempo, los métodos tales como la ocupación del Ruhr; por una concentración rápida y considerable de las empresas capitalistas en "cartells" pujantes, en "trusts" internacionales monopolistas, etc. Estos signos evidentes de estabilización ¿son la prueba de que el capitalismo ha curado las heridas profundas que le fueron hechas por la guerra mundial y la primera ola de revolución proletaria? La crisis general del régimen capitalista ¿ha sido superada? De ninguna manera. Las heridas superficiales más visibles, han sido más o menos curadas; pero el esfuerzo hecho por el capitalismo para hacer desaparecer esas manifestaciones exteriores de su crisis, han provocado una agravación de las contradicciones y lesiones internas. Las formas en que se expresa la crisis general del capitalismo han cambiado; pero la crisis continúa y toma aspectos diferentes y en gran parte nuevos. ¿Cuáles son esas contradicciones profundas, insolubles, que minan el régimen en su base y precipitaran su ruina? Citemos algunas: a) La división de la economía mundial en dos sectores: el sector capitalista que se ha consolidado superficialmente y el sector socialista, que ocupa una sexta parte del mundo, y que se robustece cada día más, con ritmo muy rápido, a pesar de las dificultades que surgen del esfuerzo mismo de su desenvolvimiento. Esta contradicción fundamental tiende sin cesar a provocar la guerra, la coalición de las fuerzas imperialistas contra la Unión Soviética, para eliminar ese cuerpo extraño y ese formidable elemento de disolución de la economía capitalista mundial. b) Las contradicciones que aumentan incusamente, entre el desenvolvimiento considerable de la técnica y el aparato de producción en general, y la capacidad de absorción del mercado mundial, que se desarrolla de una manera mucho más lenta y que aún retrograda sobre algunos de sus sectores más importantes (consumo reducido de las masas obreras, coloniales, pequeño-burguesas, etc., generalmente empobrecidas). Esta contradicción agudiza la competencia entre las grandes potencias imperialistas y entre los grandes "trusts" internacionales, y provoca nuevas luchas por una redistribución del mundo, materias primas y mercados, por una nueva repartición de las colonias (Alemania, Italia), lucha que se expresa por una creciente tensión internacional, por formidables preparativos de guerra, a pesar de la "hoja de parra" de los parloteos de Ginebra, y por un peligro de guerra acrecentado entre los grandes potencias imperialistas. c) Esta competencia se expresa, en primer lugar, en el dominio de la explotación de las colonias, por una mayor explotación de sus riquezas naturales y, sobre todo, de la mano de obra indígena. Esta acrecentada presión sobre los pueblos coloniales, provoca vastos movimientos de millares de esclavos coloniales contra las metrópolis imperialistas. Es el caso de China, India, Egipto, Siria, Marruecos, Nicaragua, etc., etc. d) Se manifiesta, además, por el esfuerzo de "racionalización" de la producción, por una disminución de los gastos, "racionalización" de la cual el progreso técnico y la concentración de empresas han constituido la parte menos importante, mientras los métodos de explotación intensiva de la mano de obra obrera se desarrollaban terriblemente. La "racionalización" en perjuicio de los trabajadores trae como consecuencia una agudización de los conflictos sociales y de la lucha de clases, levanta millones de obreros contra el capital "trustificado" y los grandes "cartells" capitalistas. Las batallas entre la clase obrera y la burguesía han tomado, después de serios cambios en la estructura misma del capitalismo, después de una mayor concentración de sus fuerzas y de su fusión siempre más íntima con el aparato estatal, han tomado ‑ decimos ‑ formas nuevas llevando masas considerables de explotados, centenares de miles, millones de obreros, contra la fuerza coligada de los "trusts" gigantescos, del Estado imperialista y de los jefes reformistas. La racionalización provoca otras amenazadoras contradicciones internas: el número de obreros empleados en la producción disminuye a causa del desenvolvimiento de la técnica y, sobre todo, de la explotación más intensa de la mano de obra utilizada en la producción. Así se crea una desocupación orgánica que no corresponde a una disminución de la producción o a una depresión económica; sino que es la expresión de la "racionalización" y de las nuevas contradicciones profundas que se desarrollan sobre la base misma de la especialización y del esfuerzo tentado por el capitalismo para superar su crisis. Así los éxitos obtenidos por el capitalismo en el sentido de hacer desaparecer las manifestaciones más aparentes, y también, frecuentemente, las más superficiales, de su crisis, tienen sus reveses en el desarrollo de nuevas contradicciones, de nuevas manifestaciones, más serias y más profundas, de la misma crisis. El esfuerzo de estabilización y sus éxitos aparentes y momentáneos, desarrollan a su vez, nuevos fenómenos de nuevas formas de crisis, más graves; la estabilización conduce en realidad, a una conmoción más grande, a una agudización inaudita de la crisis general del capitalismo, a un nuevo ciclo de guerras imperialistas y de revoluciones proletarias, a un desarrollo de guerras por la independencia colonial, y de luchas de clases de una amplitud hasta ahora desconocida, que obligan al Estado burgués, a quitarse la máscara de la democracia y a tomar a ritmo acelerado, las formas de reacción brutal hasta el fascismo declarado, contra la clase obrera. En la misma clase obrera, la contradicción entre el interés de las masas explotadas y su voluntad de lucha por una parte, y la política colaboracionista de los jefes reformistas, por la otra, provocará un creciente alejamiento de las masas de las organizaciones reformistas y de la social-democracia, su radicalización, su orientación hacia el solo Partido revolucionaria del proletariado, el Partido Comunista, a condición de que nuestros Partidos conduzcan una política revolucionaria consecuente, alejada tanto del oportunismo que abandona las perspectivas del desarrollo revolucionario, como del "putchismo" que separa la vanguardia revolucionaria de la masa obrera, en lugar de convertirla en su guía. El 3° congreso mundial de la I.C., bajo la dirección de Lenin, había previsto ya que la crisis general del capitalismo no se desarrollaría hacia la revolución socialista internacional, según una línea recta que condujera directamente a la catástrofe, por la dislocación progresiva de todo el aparato económico y político de la burguesía. Había previsto momentos de contra-ofensiva por parte del capitalismo: sus esfuerzos por impedir su ruina y por restablecer su explotación y dominación. La línea seguida por la crisis general del capitalismo es una línea quebrada, como la de un enfermo afiebrado, con altas y bajas. El 3° congreso mundial había extraído de esta perspectiva, las enseñanzas tácticas, como por ejemplo: ¡Ir hacia las masas!, conquistar la mayoría del proletariado. La consolidación de la caparazón económica y política del capitalismo, las transformaciones de su estructura, hacen necesario un esfuerzo más grande en las mases obreras tendiente a una concentración más fuerte de las fuerzas proletarias, una alianza más estrecha con el campesinado y con las masas explotados y en revuelta de las colonias. Esa caparazón reforzada comprime contradicciones que se agrandan y provocaran su explosión, tanto más terrible y formidable cuanto más el capitalismo se haya reforzado artificialmente. La América latina representa uno de los papeles más considerables en el desenvolvimiento de la crisis general del capitalismo. Es uno de los principales nudos del conflicto entre los dos imperialismos más pujantes que se disputan la economía del mundo: Estados Unidos y Gran Bretaña. La lucha por la conquista del petróleo en todo el Continente, la situación estratégica y económica del Caribe donde se libra una de las más encarnizadas batallas de influencia, los peligros de guerra entre los satélites del imperialismo inglés y yanqui, son otros tantos factores que colocan a América latina en el centro de las contradicciones interimperialistas. La lucha antiimperialista de Sandino y de las masas obreras y campesinas de América latina en general, es también uno de los principales factores de la lucha contra el imperialismo más pujante: los Estados Unidos. La importancia de Latinoamérica como factor de la situación económica y política mundial aumenta día a día; por eso, también, su movimiento obrero, el desarrollo de los sindicatos revolucionarios y de los Partidos Comunistas, es de una importancia decisiva para el triunfo de la revolución socialista mundial. II. Peligros de guerra y lucha contra estaMe limitare a algunas notas para señalar lo que ya ha manifestado el miembro informante sobre algunos puntos que me parecen esenciales; Es, primeramente, necesario vencer en nuestros propios cuadros y, sobre todo, en los cuadros de la clase obrera en general, una especie de optimismo no razonado, concerniente a la posibilidad de una nueva guerra mundial, un escepticismo que recuerda el que dominaba a ciertos círculos pacifistas y social-demócratas antes de la guerra 1914‑18. Se dice corrientemente: "Jamás los gobiernos osaran recomenzar; la guerra química, bacteriológica, que sería tan tremenda que la guerra sería imposible por el desarrollo mismo de los medios de destrucción". ¡Camaradas! Estos mismos razonamientos han sido hechos antes de 1914 y, sin embargo, la guerra estallo. La guerra será terrible, sin duda; ¡pero la guerra estallara! Es el fruto maldito, pero necesario del régimen capitalista. Es preciso que esta verdad nos penetre y que la hagamos penetrar en la clase obrera, tanto más cuanto que la social-democracia, la gran mentira de Ginebra, la ascensión al poder de Mac Donald en Inglaterra, contribuyen a sembrar las ilusiones a este respecto. El teatro de los conflictos posibles se ha ampliado. Antes de 1914, la política europea dominaba los conflictos; hoy, el mundo entero se ha convertido en teatro de las luchas de intrigas, de posibles origines de guerras imperialistas. La guerra imperialista mundial puede surgir mañana de un conflicto como el que opuso Paraguay a Bolivia, con tanta facilidad como surgió en 1914, motivada por un incidente en la frontera de Serbia. La chispa puede surgir de China, de América latina, de África, como surgió en 1914 de los Balcanes. La Jornada internacional contra la guerra, decidida por el 6° congreso mundial, fue fijada por el Presídium para el 1° de agosto. Es preciso que esta Jornada no sea limitada a demostraciones en los países europeos. Es menester que sea internacional como lo es el peligro de guerra. Es necesario que los Partidos Latinoamericanos desarrollen un esfuerzo máximo para ligar su acción a la de sus hermanos de Europa y de los otros continentes. En 1913, la 2a Internacional había organizado una Jornada pero solamente se había limitado a discursos y mítines. Es preciso que nuestra demostración tenga otro carácter. Los discursos y los mítines son necesarios, sin duda, pero no suficientes; es menester, sobre todo, preparar esta Jornada mediante un trabajo especial, de propaganda y de organización en las empresas ligadas a la participación en la guerra, como transportes, puertos, frigoríficos, minas, etc. Además, una intensa propaganda y la creación de células en el ejército y la armada. Un trabajo ilegal paciente que culminará con la demostración del 1° de agosto, pero que continuara, que se ampliara, después de esa fecha. Así, la preparación de la Jornada Internacional del 1° de agosto debe hacerse profundamente. Hacer comprender a las masas la extensión y la inminencia del estallido de la guerra; crear nuestro aparato de organización contra la guerra, de desarrollar el trabajo fijando para cada rama de la industria, los transportes, etc., sus tareas en caso de una guerra. En las conversaciones que nosotros mantendremos al final de esta Conferencia, con cada delegación, podremos fijar concretamente las tareas de cada Partido en este trabajo. En fin, es necesario extraer en esta Conferencia, algunas conclusiones de las experiencias realizadas en el dominio de la lucha contra los peligros de guerra por nuestros Partidos de América latina, en particular, en el conflicto entre Paraguay y Bolivia. Debemos decir francamente que la actitud del Partido del Paraguay y la de nuestro Grupo de Bolivia, no han sido las que deben tener comunistas consecuentes. Nuestros camaradas han temido la represión, no han sido activos en el seno de las masas y del ejército, y no es sino después de la intervención y la ayuda del Secretariado Sudamericano que estas vacilaciones y pasividad del comienzo han sido eliminadas y que el trabajo se desarrolló seriamente. En Paraguay, han sido menester, para llegar a este fin, cambiar la dirección del Partido y expulsar a Ibarrola. Esta experiencia debe servir para todos nuestros partidos. Algunos grupos anarquistas han sido más activos, más luchadores, que los comunistas para difundir la literatura comunista del Secretariado Sudamericano. En el curso de esta lucha contra la guerra, hemos notado en la clase obrera de Paraguay una concepción completamente falsa de la naturaleza de la guerra entre Paraguay y Bolivia. Las organizaciones sindicales del Paraguay, en un manifiesto, han planteado la cuestión en los siguientes términos: "Tras la Bolivia, es el imperialismo que quiere el petróleo del Chaco. ¡El Paraguay lleva, pues, una guerra defensiva contra el imperialismo yanqui!" Como existen todavía en América latina, cierto número de conflictos de limites no resueltos en las regiones hasta la fecha inexplorados, pero que poseen, sin duda, riquezas naturales inmensas, entre Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, etc., es necesario fijar nuestro punto de vista con la máxima claridad. La guerra entre Paraguay y Bolivia no puede tener el carácter de una guerra por la independencia nacional, contra el imperialismo; es un conflicto entre dos satélites del imperialismo: Bolivia empujada por el imperialismo yanqui; Paraguay, por el imperialismo inglés. Es cierto que ambos países no son estados imperialistas sino semicolonias; pero la guerra entre ambos, es de naturaleza netamente imperialista. Los intereses en juego son los del petróleo de la "Shell" y de la "Standard". Denunciar el carácter imperialista es el deber de nuestras camaradas; hacerlo comprender a la masa obrera, es una necesidad absoluta e impostergable. ¿Qué táctica debemos emplear ante una guerra entre dos satélites del imperialismo? La misma que para las guerras imperialistas: "Fraternización de los soldados, pero no para poner término a la guerra, arrojando las armas, sino, fraternización para transformar la guerra imperialista en guerra de independencia nacional contra el imperialismo, contra los gobiernos nacionales que son sus agentes y sus vasallos; por un gobierno obrero y campesino, por la entrega de las tierras quienes las trabajan, por la revolución democrático-burguesa". Naturalmente, en una guerra como la que sostiene Sandino, dirigida contra el ejército y la armada yanqui, nuestra consigna es el sostenimiento absoluto de la lucha. Para los soldados yanquis, el pasaje a las filas del ejército nacional sandinista, defendiendo no obstante en el ejército de Sandino y en la región dominada por él, la consigna de la tierra a los campesinos, y de la formación de soviets de obreros, campesinos y soldados, etc. III. Las formas de penetración del imperialismo en América latinaHace tiempo, tuvimos que discutir vivamente con nuestros camaradas de América latina, para hacerles aceptar la idea de que sus respectivos países son países dependientes semicoloniales del imperialismo inglés y norteamericano. Hoy, no es necesario demostrar estas verdades elementales. Cada compañero, al contrario, viene munido de estadísticas para demostrar la suma de las inversiones del capital financiero yanqui o inglés, en su propio país, y afirmar su carácter colonial o semicolonial. Evidentemente, es este un progreso sensible, pero creo que debemos hacer un paso más en nuestras investigaciones: las inversiones del capital financiero de los grandes Estados imperialistas son evidentemente un índice importante de colonización, pero esto es insuficiente para dar carácter colonial a un país. Tomemos, por ejemplo, Alemania e Italia, dos Estados imperialistas que tienen grandes ambiciones. Los Estados Unidos han invertido capitales considerables en la industria y en los empréstitos públicos en los dos países citados. No son, por eso, colonias y semicolonias del imperialismo yanqui; tienen la estructura política y económica de los grandes Estados imperialistas. Alemania tiene el más desarrollado aparato de producción; Italia, un ejército y una flota de guerra, potentes, dispone de colonias y tiene una política netamente expansionista. Las inversiones de capitales extranjeros son, pues un factor importante, pero insuficiente para probar el carácter colonial de los países de América latina. Es necesario estudiar qué repercusiones han tenido esas penetraciones del imperialismo, sobre la vida económica y política de estos países, sobre su desarrollo y la estructura de toda su economía. Veremos así, que las inversiones de capitales no han contribuido al desenvolvimiento normal y completo de la vida económica de los países latinoamericanos, sino, que al contrario, han provocado un desarrollo unilateral y monstruoso de la vida económica, tendiendo únicamente a la explotación de las riquezas naturales, las fuentes de materias primas y reservando el mercado sudamericano para la colocación de los productos fabricados en las metrópolis imperialistas. La economía de casi todos los países de América latina, reposa sobre la exportación de un producto o varios, esenciales: el petróleo para México y Venezuela; azúcar para Cuba y Perú, café para Brasil y Colombia, cacao para el Ecuador, carnes elaboradas para Uruguay, trigo y carne para Argentina, nitratos para Chile etc. Basta que los financistas de Wall Street y los estadistas de Washington, que son los agentes de los grandes "trusts" reduzcan la explotación del petróleo en México o en Venezuela, para provocar una crisis de toda la economía nacional. Basta que los derechos aduaneros sean elevados para el azúcar de Cuba, el trigo o las carnes de la Argentina, para que la vida económica de estos países sufra una crisis profunda. Lo mismo ocurre para el nitrato de Chile, etc. Por este desarrollo monstruoso, anormal de la producción, por el hecho que la Bolsa de Nueva York, juega crecientemente el papel esencial para la fijación de los precios, por el hecho que la exportación de los países latinoamericanos se dirige progresivamente hacia el mercado de Estados Unidos, o depende de él, quita toda la independencia económica y también política a los países de América latina. Es preciso que en nuestra próxima Conferencia, nuestros delegados se esfuercen por hacer un estudio de la deformación de la economía nacional por la inversión de los capitales extranjeros. Otro fenómeno ligado a la penetración del imperialismo en los países latinoamericanos, es el desarrollo de una burguesía nacional netamente parasitaria, que vive de la explotación imperialista de los países de América latina, intermediaria entre las grandes metrópolis y las masas de obreros y campesinos explotados. Este carácter parasitario de la burguesía nacional encuentra su expresión en el desarrollo de las grandes ciudades parasitarias, cuyo papel es el de succionar las riquezas del país y de la fuerza de trabajo. Ciudades sin gran industria, ciudades de comercio, de burocracia, de Bancos, de pequeñas industrias para las necesidades más urgentes de la vida urbana. Buenos Aires, es el tipo de esa gran ciudad parasitaria, donde la gran masa vive, no el trabajo creador de riquezas, sino de la explotación ajena. Este tipo de ciudad parasitaria existe en todos los países y comporta consecuencias muy importantes para nosotros. Por ejemplo, asistimos a todo un movimiento de autonomismo provincial con respecto a las ciudades, de las capitales en particular. Este regionalismo, este autonomismo no tiene base cultural o histórica; es una especie de resistencia, de protesta de las provincias contra el papel parasitario que desempeña la ciudad. Es la capital que vive y se desarrolla gracias a la explotación del país. Es también, muchas veces, la competencia de las ciudades secundarias contra la capital para transformarse a su turno, en ciudad parasitaria, que viven de una región se esfuerza por dejar el menor provecho posible a la capital nacional[1]. Otra constatación importante: la clase obrera de las ciudades parasitarias, formada en gran parte de profesiones secundarias (panaderos y alimentación en general, peluqueros, mozos de hoteles y de bares, transportes, trabajos públicos, empleados, etc.), está colocada en una situación económica y social considerablemente más elevada que la de los obreros agrícolas, trabajadores de las minas y de las grandes empresas imperialistas. El salario entre estas dos capas de obreros ofrece diferencias formidables. Estas capas de los obreros urbanos, forman la base, generalmente, de los sindicatos, participan en cierta medida del carácter parasitario de la gran ciudad. Forman una capa privilegiada y representan una base para el reformismo de a C.O.P.A. y de Amsterdam, para la penetración imperialista y gubernamental en las filas de la clase obrera. También en ciudades como Montevideo y Buenos Aires, que poseen algunos frigoríficos, los obreros de las grandes empresas son infinitamente más mal pagados, habitan barrios especiales con pésimo alojamiento, verdaderas cabañas de madera, etc. y no gozan de obras públicas generales (canalización, etc.), forman como una ciudad aparte, de los pobres, de los emigrados, de los parias, en el seno mismo de la gran ciudad; una clase desheredada en el seno del proletariado. Están social y físicamente separados de la clase obrera de la ciudad parasitaria, generalmente desorganizada. Organizar las capas de obreros más bajas, menos remuneradas, las peores víctimas de la doble explotación, del imperialismo insaciable y de la burguesía nacional parasitaria, es nuestra tarea esencial. Esta es la verdadera base de nuestro movimiento sindical revolucionario, la verdadera base de los Partidos Comunistas. En esa capa está la gran reserva para la lucha revolucionaria contra las ideas anarquistas y reformistas que se desarrollan entre los obreros privilegiados de las ciudades parasitarias. Ver y comprender esto, es absolutamente esencial para el desarrollo de nuestro movimiento en América latina. Naturalmente, cuando nosotros hablamos de la burguesía nacional parasitaria, agente del imperialismo, es necesario velar por no simplificar estas nociones al extremo, y pensar que los gobiernos y las burguesías nacionales, están rendidos a tal imperialismo de una manera absoluta y simple. La misma lucha de los diversos imperialismos en América latina, el hecho mismo que es un dominio colonial que conserva formalmente la autonomía nacional y que no es directamente gobernado por un virrey ‑ a pesar que el embajador yanqui desempeña a menudo el papel de virrey ‑, da a la burguesía la posibilidad de maniobrar, mercantilizar sus servicios, de venderse al mejor postor y de sacar un beneficio muy grande de esta posición "independiente". Otro problema ligado a la penetración del imperialismo es el del papel "progresista" del imperialismo, para desarrollar las formas de producción capitalista y abolir las formas de la explotación feudal. Sería un error negar que el imperialismo capitalista desarrolla las formas de producción racionalizada y que hace entrar más la producción latinoamericana en el sistema de producción capitalista. En estos países desarrolla una economía unilateral, monstruosa pero desenvuelve la producción bajo las formas capitalistas más modernas. Sin embargo, sería erróneo pensar que los métodos de explotación de la mano de obra, de los obreros, sufren por este hecho, una transformación radical. El imperialismo adapta a las empresas de tipo capitalista racionalizadas los métodos de explotación feudal y semiesclavistas que encuentra. Sin duda, ciertas formas de prestación y de servidumbres personales ligadas al feudalismo, desaparecen, como el servicio personal para con el terrateniente, el derecho de la pernada, etc. Al accionista de a "United Fruit Co." le interesa poco dormir con la mujer de sus obreros agrícolas, pero, a la inversa, en las empresas yanquis el trabajo racionalizado es más extenuante, la explotación más intensa, los sistemas de pagos, la organización de comisariatos y la obligación para los obreros de gastar en estos sus salarios, el transporte de miles de negros de Haití y de Jamaica para las plantaciones bananeras de Centroamérica, son estas la adaptación de formas de explotación semiesclavistas y feudales de la mano de obra en la empresa moderna racionalizada. Sería, pues, ilusorio y erróneo creer en el papel progresista del imperialismo en lo que concierne a la explotación de la clase obrera. Si los salarios son generalmente más elevados en las empresas imperialistas que en las explotaciones del terrateniente, la intensidad y la explotación del trabajo son infinitamente más grandes, el precio de los víveres más elevado, etc. Es necesario, pues, destruir absolutamente la ilusión de los altos salarios, de la posibilidad por el imperialismo de pagar a los obreros de sus empresas sudamericanas, el mismo salario que ganan los trabajadores de Estados Unidos. Para formar una aristocracia obrera corrompida, para poner en situación privilegiada a las grandes masas de obreros calificados de las metrópolis, el imperialismo tiene justamente la necesidad del sobre-provecho extraído de la explotación de las colonias. Los capitalistas de Estados Unidos pueden dar altos salarios a grandes masas de obreros en su país, y ligarlos al desarrollo mismo del imperialismo, gracias a la explotación más intensa de sus dominios coloniales, en primer lugar, de los obreros y campesinos de América latina, que le reportan el sobre-provecho. Creer en la posibilidad para el imperialismo yanqui de dar a los campesinos y obreros sudamericanos, los mismos salarios que los obreros privilegiados de Estados Unidos, es una utopía que desconoce absolutamente las leyes fundamentales del desarrollo imperialista moderno. No hay nada que esperar en ese sentido. No hay otro camino para las masas obreras y campesinas explotadas de la América latina que la de la insurrección, de la acción revolucionaria de las masas para vencer al imperialismo a la vez que a la burguesía nacional parasitaria, y a los grandes terratenientes; ningún otro camino que la formación de repúblicas obreras y campesinas sobre a base de los soviets. Estamos aquí para discutir los mejores medios para conseguir este fin. Este será el objeto del segundo punto de la orden del día. Mendizábal (Bolivia). [...] Villalba (Guatemala). [...] (Se pasa a cuarta intermedio) Preside Romo (Argentina). Dellepiane (Paraguay). [...] Braceras (Cuba). [...] Saco (Perú). [...] Ghitor (S.S.A. de la I.J.C.). [...] Suárez (México). ‑ Camaradas: Considero que, en general, es exacto el informe presentado por el compañero Codovilla; pero se nota algunas fallas de detalle, especialmente en lo que se refiere a las medias prácticas de lucha. Por eso quiero plantear ante todos los compañeros, algunas cuestiones, para que de aquí salgan las resoluciones para seguir luchando con resultado contra los peligros de guerra imperialista o de agresión contra la Unión Soviética, y necesitamos, compañeros, que se nos den consignas prácticas para combatir con éxito contra el enemigo. Sobre los peligros de guerra interimperialista, todos los compañeros estamos de acuerdo en que es imposible detener el estallido para más o menos breve tiempo, y que la cuestión de la guerra contra Rusia Proletaria, es una cuestión resuelta por los imperialistas. Debemos, entonces, tomar posición y elaborar una táctica para extraer, por medio de planes concretos, todo el éxito posible de estos acontecimientos. Es menester comprender el alto significado revolucionario de la acción tendiente a impedir por todos los medios el envió de combustibles, o de carne y cereales para alimentar a los ejércitos imperialistas en lucha contra el Primer Estado Obrero y Campesino. La Comisión de redacción que elaborará la resolución definitiva, debe tratar estas cuestiones y aconsejar a cada Partido qué debe hacer en caso de esa guerra, y no vernos en la situación de pedir consejos por telégrafo como ha pasado cuando nos hemos encontrado frente a hechos decisivos para la acción revolucionaria. La lucha antiimperialista debe merecer de parte de todos los compañeros delegados, las críticas constructivas necesarias, con el objeto de enmendar en parte o totalmente si se creyera conveniente, nuestra línea táctica. Por ejemplo, compañeros, creo que en los empresas imperialistas no se pueden realizar huelgas por región o país, y solo se conseguirá la victoria haciendo movimientos de carácter continental, huelgas continentales. Noto que en el informe del compañero Codovilla falta explicar los defectos de la lucha antiimperialista y especialmente la de Sandino. De mi parte, creo que es necesario intensificar más todavía el trabajo de las Ligas Antiimperialistas. Desde otro punto de vista, carece el mismo informe de críticas prácticas y las medidas impostergables para subsanarlas. Sobre la lucha contra las dictaduras, creo que ha llegado el momento de no permitir que a nuestros compañeros se los asesine o se los destierre, y será menester que en esta Conferencia se elaboren algunas medidas prácticas para impedir que nuestros militantes sean sacrificados por los agentes del imperialismo. En general, por ejemplo, yo creo que el atentado individual no soluciona nada, pero tomando en consideración algunos casos particulares, es posible que esa táctica nos sea beneficiosa. En muchos casos, compañeros, la muerte de un dictador contribuye en mucho hasta que la política general de un país cambie en algunos casos fundamentalmente, tomando nuevos rumbos. En la historia de México, existen casos en que ha variado la situación interna con la muerte de uno de estos dictadores. Quizás convengamos en el criterio contrario sobre este punto; pero de cualquier manera, es conveniente discutirlo con la debida amplitud. En tal sentido, entrega esta iniciativa a los compañeros delegados. Otro punto que yo quisiera despertara el interés de los camaradas reunidos, es que se establezca que los compañeros desterrados de sus países a causa de las dictaduras, no se retiran a naciones distantes, sino que a la inversa, se establezcan en las fronteras de países vecinos y aprovechen en esta forma, esa situación para los momentos decisivos de la acción. Es necesario que tengamos esos camaradas cerca de su mismo país, para que inmediatamente de producirse cualquier situación importante pueden ellos mismos dirigir el movimiento revolucionario. Otro punto que estimo de suma importancia para que lo discuta la Conferencia, es el referente a la situación prerrevolucionaria que existe en más de un país de América latina, como es el caso de México, Columbia, Brasil, etc. Espero que todos los compañeros tomarán en cuenta esta indicación. Sobre este problema, nada nos dice el compañero Codovilla en su informe. La situación mejicana es sumamente interesante para nosotros. Todos los compañeros conocen la historia de México desde la caída de Porfirio Díaz. El gobierno pequeño-burgués de México dio a las masas trabajadoras todo lo que puede dar un gobierno dentro del régimen burgués. Entregó parte de la tierra a los campesinos, combatió el feudalismo y disminuyo, por ejemplo, la influencia de la Iglesia, pero actualmente está dominado por el imperialismo. Hay que explicar y demostrar a las masas laboriosas que la situación actual de México es el resultado de la incapacidad de la pequeña burguesía para luchar contra el imperialismo y llevar a cabo la revolución democrático-burguesa. Es muy posible que la dictadura se implante en México; entonces tenemos que plantearnos esta situación y establecer puntos concretos para la agitación entre las masas y organizarlas para la acción revolucionaria. Debemos plantearnos los problemas internos de los Partidos. Es posible que podamos encontrar solución al problema de la Argentina, ver cuáles son las causas que han determinado en su seno, crisis tan repetidas y tan hondas, a objeto de ponerles remedio. En esta Conferencia debemos tratar todos los temas y ejercer la más estricta autocritica correspondiente a nuestra acción en América latina. Nos hemos ocupado de los trabajadores urbanos, olvidándonos del campesinado, que es la fuerza fundamental en América latina. No nos hemos preocupado, tampoco, de la organización de las masas obreras ocupadas en las empresas imperialistas. Termino, compañeros. Me he limitado a presentar algunos puntos que, en mi concepto, deben ser resueltos por esta Conferencia y espero que se tendrán en cuenta en la discusión que comenzamos. Nada más. Contreras (Argentina). [...] (Se pasas a cuarto intermedio.)
Preside: Romo (Argentina). Simons (Estados Unidos). [...] Romo (Presidente). ‑ Tiene la palabra el compañero informante para resumir el debate. Codovilla (S.S.A. de la I.C.). ‑ Compañeros: Como no he tenido tiempo para ordenar los apuntes, mi contestación a las cuestiones tratadas por los diversos compañeros en el curso de estos debates, aparecerá un poco dislocada. Queda entendido que la Comisión que hemos nombrado se encargara de preparar el proyecto de resolución sobre este punto del orden del día, en el que se establecerá con precisión, nuestra táctica y nuestras consignas en la lucha contra los peligros de guerra. Me limitaré, pues, a tratar algunas cuestiones, ya que podemos decir que nadie ha hecho objeciones fundamentales a la línea política de nuestro informe. Empezaremos, entonces, por decir algunas palabras respecto de: La estabilización capitalistaTodos hemos estado de acuerdo al analizar el "tercer periodo" que este no representa un periodo de mayor estabilidad de regímenes capitalistas, sino que, por el contrario, se caracteriza por el aumento y la agravación de sus contradicciones, por la radicalización de las masas, por la crisis revolucionaria siempre más amplia, que llevara a la revolución proletaria mundial. Que las masas se radicalizan de más en más ‑ y de eso tenemos ejemplos en todos los países de América latina, amén de los ya citados en lo que respecta al resto del mundo ‑, es un hecho incontrovertible. Como es un hecho incontrovertible, también, que la Unión Soviética se consolida y construye con ritmo acelerado el socialismo. Repetimos, entonces, que la inestabilidad capitalista se hace cada día más visible y el momento de la desaparición del capitalismo se acerca a pasos agigantados. Establecido lo que antecede, pasemos ahora a contestar algunas observaciones hechas al informe y a precisar algunos de los puntos tratados en el mismo. Empecemos por analizar la intervención del compañero Simons, de la cual podría deducirse que subestima la gravedad que asume la lucha entre el imperialismo yanqui y el inglés por la dominación de la América latina ‑ sobre todo en lo que respecta al imperialismo inglés ‑, ya que el compañero Simons parece no compartir nuestro punto de vista, cuando afirmamos que el imperialismo ingles se ve obligado a abandonar muchas de sus antiguas posiciones en América latina, pasando del compromiso con el capital yanqui a la cesión de esas mismas posiciones. Ante todo, es bueno constatar que en lo que respecta al significado del periodo histórico actual para los países de América latina, no pueden manifestarse dudas: representa una mayor presión del imperialismo sobre las grandes masas trabajadoras y el desencadenamiento de la reacción más brutal contra las mismas. Todos estamos de acuerdo en que la penetración imperialista en América latina significa la deformación de la vida económica nacional, impide el desarrollo normal de esa economía y detiene el desarrollo industrial permitiéndolo solamente en las ramas secundarias, que no afectan fundamentalmente sus intereses de país exportador de artículos manufacturados. Se han citado varios casos de países en que se ha deformado esa economía. No creo necesario insistir en esa demostración, puesto que todos concordamos sobre ella y sobre el carácter colonial y semicolonial de estos países. Hemos dicho que la lucha interimperialista por la dominación del mercado mundial, tiene una repercusión inmediata en la vida económica de América latina; y eso lo vemos, por ejemplo en el caso de Chile, cuya economía ha sido deformada completamente por el imperialismo. Si tomamos de ese país la rama de producción más importante ‑ el salitre ‑, veremos cuáles han sido las consecuencias de la deformación de la economía nacional. Es sabido que antes de la guerra, Inglaterra disponía de la casi totalidad de la producción salitrera de dicho país y detentaba el monopolio mundial del mercado salitrero. Norteamérica dependía también de Inglaterra, en lo que a los productos del salitre se refiere, y de allí que haya buscado por todos los medios de independizarse. Esos medios pueden resumirse en dos fundamentales, y que accionaron paralelamente: primero, la fabricación de nitrato sintético que era lanzado al mercado internacional ‑ muchas de las mismas fabricas alemanes han sido financiadas par los yanquis ‑, para romper el monopolio inglés; segundo, la adquisición de terrenos salitreros y de minas ya pertenecientes a empresas ingleses, por el "apoyo" directo del gobierno dictatorial (Ibáñez) comprado por el imperialismo yanqui. Mediante la lucha de precios en el mercado mundial, Norteamérica obligó a Inglaterra a disminuir la producción salitrera en Chile, creando una crisis económica grave para el país, y mediante su intervención directa en la política nacional, produjo la agravación de la lucha entre las diversas capas de la burguesía nacional, pequeña burguesía y burguesía industrial naciente, ligadas a los yanquis, contra la gran burguesía agraria, ligada a los ingleses, lo que trajo una inestabilidad política que culminó con el gobierno nacional-fascista de Ibáñez, agente del imperialismo yanqui. Dejo exprofeso de analizar el factor fundamental de esa inestabilidad política, que fue el gran desarrollo del movimiento obrero, ya que para el caso que nos ocupe, no es necesario. Como hemos dicho, la disminución de la producción de salitre fue creando una crisis económica en todo el país, reclamando una "solución" rápida, so pena de transformarse en catastrófica; y la "solución" se produjo mediante el "gobierno fuerte", que permitió a las empresas extranjeras ‑ particularmente yanquis ‑, "racionalizar" la producción, además del mejoramiento técnico, por una explotación más intensa de las masas laboriosas. El imperialismo yanqui consiguió éxitos rápidos en la "racionalización" de la producción, en las empresas salitreras adquiridas después de la guerra ‑ sistema Guggenheim, que reduce en un 50 % el costo de producción ‑, haciéndole competencia directa a la producción inglesa. Ciertas capas de la pequeña burguesía se encargaron de poner de relieve esos "éxitos" y, aprovechando el estado de crisis y el malestar de las masas populares, hicieron demagogia contra el gobierno de los grandes terratenientes y proclamaron la necesidad de cambios "radicales" en la política económica nacional. Es así como Ibáñez sube al poder y se transforma en agente del imperialismo yanqui. Suprimiendo las ventajas concedidas al monopolio inglés, las empresas americanas intensificaron la producción mediante el sistema "racionalizado"; haciendo competencia a las empresas inglesas ‑ que disponían de sistemas anticuados de producción ‑, no ya mediante el salitre sintético, sino mediante la misma producción natural "racionalizada", lo que obligó al monopolio ingles a llegar a un acuerdo momentáneo con los yanquis, para evitar una concurrencia catastrófica en el mercado internacional. Al mismo tiempo, los yanquis han adquirido los intereses de varias minas salitreras con el apoyo de los mismos propietarios nacionales, que vieron perspectivas de ganancias mayores, apoyándose en el capital americano que había emprendido con rapidez la "racionalización" de la producción. Hoy es sabido que en el "trust" mundial, los intereses yanquis se acrecientan y tienden a predominar. He ahí un caso típico ‑ se pueden citar una infinidad ‑, en que el imperialismo ingles ha tenido que recular frente al yanqui, pasando del compromiso momentáneo al abandono de sus posiciones. Los hechos son los hechos y no depende de nuestra voluntad cambiarlos. De manera que las observaciones del compañero Simons, respecto a que no hay que subestimar la importancia de imperialismo inglés en América latina, es justa; pero eso no debe impedirnos ver cuál es la relación de fuerzas de nuestros enemigos, para, aun combatiéndolos por igual, reforzar nuestra lucha contra el enemigo más fuerte y más avasallador. Queda entendido que cuando se trata de reforzar el sector de nuestra lucha ‑ entendiendo, repito, que se debe luchar por igual contra todos los enemigos ‑, debe tenerse en cuenta la situación específica de cada país, la relación de fuerzas interimperialistas a objeto de hacer nuestra lucha más eficaz. El camarada Luis en su intervención, ha formulado precisiones completamente necesarias respecto a las características de la penetración imperialista en América latina. Nos dijo ‑ con razón ‑, que es necesario no tomar solamente el monto de los capitales invertidos por los diversos imperialismos en América latina, para llegar lisa y llanamente a la conclusión de que un país está siendo colonizado por uno u otro imperialismo, sino cuáles son sus consecuencias en la vida económica nacional y las consecuencias políticas de esa penetración. Pues bien: los capitales extranjeros invertidos en América latina han servido solamente para deformar su economía. Creo que nadie, a excepción de los social-traidores, puede hablar del rol "progresista" de la penetración imperialista en América latina. Su adaptación a las formas de explotación semifeudales y semiesclavistas, su represión del movimiento revolucionario de masas, su apoyo a las formas dictatoriales más violentas, son la demostración de que el imperialismo representa una fuerza retrograda en la vida económica y política de estos países. En lo que respecta al carácter de la revolución democrático-burguesa, los fines que se propone y a las fuerzas motrices de la misma, creo que no se han producido divergencias, y ese asunto será tratado con amplitud en el segundo punto del orden del día. No existen dudas respecto a la absoluta necesidad para el proletariado de obtener la hegemonía en la acción, en los movimientos de masas, porque en la lucha antiimperialista, aun los movimientos nacionalistas sinceros, tienen como aspiración máxima la independencia política del país, mientras las masas obreras y campesinas luchan contra toda clase de explotación de la burguesía nacional y del imperialismo. La lucha más fundamental debe desarrollarse, entonces, entre el proletariado y la pequeña burguesía, por la dirección de movimiento revolucionario. De quien tenga esa dirección, depende que se realicen o no las consignas de la revolución democrático-burguesa, se vuelva por la vía del sometimiento al imperialismo, o se desarrolle hacia el socialismo. Pasemos ahora, a las observaciones hechas respecto a: Los métodos de lucha contra los peligros de guerraTodos estamos de acuerdo, repito, en que es necesario precisar bien nuestras consignas de lucha contra a guerra, para lego popularizarlas y organizar la acción de las masas sobre la base de esas consignas. A través de la discusión y del análisis de las experiencias de lucha contra los peligros de guerra en América latina, se ha venido a confirmar nuestra afirmación de que el peligro más grave que se ha manifestado en nuestras filas ha sido el de derecha. El "provincialismo" se ha manifestado, no solo a través de la opinión de que la guerra ha de desarrollarse siempre en el otro hemisferio, sino también en la subestimación de los conflictos propios de estos países que pueden ser origines de guerras. Es entonces, más que nunca necesario colocarnos en el marco internacional y comprender que las contradicciones imperialistas se agudizan en nuestros países como parte de los conflictos internacionales, y que la guerra puede iniciarse aquí como en cualquier parte del mundo, ya que los gobiernos de los países latinoamericanos son instrumentos de los imperialismos. Se ha hablado de que es preciso dar consignas claras de lucha contra la guerra. Eso es completamente justo. Si no se tienen perspectivas claras sobre la trayectoria de la lucha, aun partiendo de premisas justas, se pueden cometer errores graves. Tal es el caso de nuestro Partido de la Argentina en su lucha contra el derechismo de Penelón. En efecto: la mayoría del comité central de nuestro Partido sostenía la consigna justa del sabotaje al aprovisionamiento de los países imperialistas en guerra contra la Unión Soviética y los pueblos oprimidos, y de apoyo directo a los mismos. Esa línea política justa ‑ como lo establece una resolución de la Internacional Comunista, y lo ha reconocido nuestro Partido ‑, era incompleta. ¿Por qué? Porque no establecía claramente el trayectoria ulterior de la lucha contra la guerra. ¿Qué es lo que decía el renegado Penelón? La consigna "ni un kilo de carne ni una fanega de trigo" presupone la revolución. ¿Estamos preparados para ella? Y ese renegado que veía el movimiento obrero a través de los reducidos efectivos sindicales y no a la gran masa de la campaña y de las empresas fundamentales, que son las que sufren directamente las consecuencias de la guerra y están, por consiguiente, mas dispuestas a la lucha, ¡contestaba que no! ¿Qué es lo que debía hacerse frente a las objeciones de ese renegado? Completar nuestra consigna, es decir: que, reconociendo que efectivamente el sabotaje al abastecimiento de los ejecitos imperialistas presuponía la revolución, lanzar ya las consignas para la misma. "Lucha para el derrocamiento de la burguesía nacional; contra el imperialismo; por la entrega de la tierra a quienes la trabajen, por el gobierno obrero y campesino." La crisis catastrófica que se produciría en el país en caso de guerra y con ella el cierre de los mercados extranjeros ‑ que tanto temen los social-traidores y los renegados penelonistas ‑, podía asustar solamente a la burguesía nacional, nunca al proletariado urbano y rural y los campesinos, puesto que la reorganización de la economía nacional de acuerdo a los intereses de las grandes masas permitiría su reconstrucción sobre nuevas bases. Esto, es claro, ligado al proceso revolucionario internacional que hace que todo movimiento revolucionario no quede aislado sino que sea parte integrante del mismo. He citado este caso, justamente para demostrar cómo es preciso que nuestras consignas sean claras a fin de que sean accesibles a las masas y les den perspectivas nítidas de lucha. Manifestaciones oportunistas, tipo Penelón, las tuvimos también en Bolivia y Paraguay y nos satisface el hecho de que los compañeros de esos países a través de sus intervenciones, lo hayan reconocido. En efecto, el social-patriota Ibarrola, replicando a la consigna de fraternización que se indicaba lanzar para los soldados de Paraguay y Bolivia, y la de volver las armas contra las burguesías nacionales y el imperialismo, objetaba que la fraternización sería buena si al otro lado de las trincheras hubiese comunistas y no "las hordas salvajes de Siles". Y eso para "justificar" la pasividad del Partido frente a la guerra. La misma pasividad se manifestó desde el principio de parte de nuestros compañeros de Bolivia. Se temía lanzar nuestras consignas a las masas porque "estaban borrachas de chauvinismo". No se tenía en cuenta que la consigna de "la tierra a los campesinos" penetraría inmediatamente en el ejecito, formado en su casi totalidad por campesinos indígenas que iban a la guerra forzados por la situación, pero añorando las cosechas que quedaban tras ellos, sin poder realizar la recolección en forma debida, lo que implicaba el hambre por sus familias. El compañero Mendizábal nos ha dicho como los indios campesinos, ya por tradición, rehúyen al servicio militar; como varios grupos desertaron de los cuarteles o antes de llegar al frente; en fin, como hubo diversas manifestaciones aisladas contra la guerra. En realidad, las que más "chauvinistas" se demostraron fueron las capas de artesanos y de obreros urbanos. El compañero Dellepiane también nos informaba que en los cuarteles no había ni vestidos ni armas para los soldados, alimentación insuficiente y el descontento cundía entre los movilizados. Ahora bien: ¿existía o no una situación objetiva para nuestra propaganda? Todos vemos que sí. El compañero Mendizábal nos decía que dado el atraso de las masas, no comprenderían todavía las consignas comunistas. ¿Es que los campesinos indígenas de Bolivia no comprenden la consigna de "la tierra a quienes la trabajen"? ?No es, acaso, motivo de luchas permanentes por parte de los indios el rescate de las tierras que les han sido robadas por los terratenientes y los imperialistas? ¿Cómo no iban a comprender, entonces, nuestra consigna sobre la entrega de la tierra? Lo mismo puede decirse en lo que respecta a Paraguay. Si tomamos, por ejemplo, la consigna lanzada por nuestro Partido contra el aporte de un fusil por cada ciudadano paraguaya para equipar el ejército nacional, hemos visto como una consigna justa repercute rápidamente entre las masas. "Ni un centavo para armar al capitalismo", fue la consigna lanzada por nuestro Partido que repercutió entre las masas obreras y campesinas, haciendo fracasar en gran parte el propósito del gobierno. En fin: todos esos hechos demuestran cómo era posible desarrollar con grandes resultados una acción efectiva contra la guerra, tanto en Bolivia como en Paraguay. Para eso, es claro, es menester contar con verdaderos partidos comunistas. El espíritu de pasividad lo encontramos también en nuestros compañeros de Perú frente al conflicto de Tacna y Arica. El compañero Saco, dándole una interpretación torcida a las manifestaciones que yo hiciera en mi informe sobre este asunto, preguntó si se pretendía que los comunistas debían "unirse a los que reclamaban una solución más patriótica de la cuestión". Estamos, evidentemente, frente a una exageración polémica del compañero Saco. De no ser así, no hubiera afirmado tal cosa. No se trata de exigir soluciones "más patrióticas" del asunto de Tacna y Arica, sino de poner en guardia a las masas trabajadoras peruanas contra el arreglo, que no interesa solamente la burguesía de Chile y de Perú ‑ como pretende hacerlo creer el compañero Saco ‑ sino también a las masas trabajadoras de esos países y de la región en litigio, puesto que con ese arreglo se le remacha aún más la cadena de su esclavitud respecto a la gran burguesía nacional y al imperialismo. Indiscutiblemente, hay que ver las fuerzas sociales en juego en el conflicto para poder determinar la acción revolucionaria. En las últimas manifestaciones de protesta contra el arreglo de Tacna y Arica hecho por Leguía, había propósitos chauvinistas; pero, según manifestaciones del mismo camarada Saco, gran parte de la pequeña burguesía y los intelectuales participaron en estas manifestaciones, no tanto por el asunto de Tacna y Arica, como por la protesta que significaban contra el gobierno dictatorial de Leguía. No sé si podemos aceptar en forma absoluta lo que dice el compañero Saco, de que ningún obrero participo en esas manifestaciones de protesta. Sea como fuera, el partido no podía estar ausente, no podía dejar de hacer conocer sus consignas, que debieron ser: contra el gobierno dictatorial de Leguía, vendido al imperialismo yanqui; contra el imperialismo yanqui, único beneficiado en dicho arreglo; por el derecho de autodeterminación de los habitantes de Tana y Arica; por el plebiscito bajo el contralor obrero y campesino; etc. No se trata, entonces, de sumarse a la protesta patriotera, sino de lanzar y hacer conocer las consignas del Partido y no permanecer pasivos. El trabajo antimilitaristaLa intervención del compañero Ghitor, en representación del Secretariado Sudamericano de la Internacional Juvenil Comunista, ha sido acertada en cuanto ha puesto de relieve la necesidad del trabajo antimilitarista, porque sin un trabajo antimilitarista serio no hay acción efectiva contra la guerra. Efectivamente, el trabajo en el ejército ha sido descuidado por nuestros partidos o no se le ha dado importancia alguna. En el mejor de los casos se ha "dejado" el trabajo a la juventud. Y como se ha descuidado la organización de la juventud comunista es lógico que el trabajo antimilitarista haya sido casi nulo. Sin embargo, hay que reconocer que allí donde se han hecho algunos trabajos antimilitaristas serios se han obtenido resultados muy satisfactorios. Creo que a nadie escapara la importancia que tiene para nosotros desagregar los ejércitos nacionales y hacer que en el momento de la acción (huelgas, insurrecciones, etc.), en lugar de tener a soldados frente a nosotros, fraternicen con los huelguistas o los insurrectos. Para darse cuenta de los resultados rápidos que se pueden obtener en el trabajo de disgregación, hay que tener presente que en la gran mayoría de nuestros países, más del 80 % de los soldados son campesinos, los cuadros intermedios de la oficialidad pertenecen a la pequeña burguesía, y los altos oficiales, a la gran burguesía. Las condiciones de vida del cuartel ‑ con excepción de algunos países ‑ son las más duras, esto cuando gran parte del ejército no es utilizado para fines de lucro personal por la oficialidad. Ahora bien: sabiendo ligar la consigna de la tierra a quienes la trabajan con la consigna de la fraternización del ejército con las masas obreras y campesinas, pueden obtenerse grandes resultados positivos. En efecto, ¿que nos enseña la experiencia de la gran huelga bananera de Colombia? Justamente que mediante un trabajo en el ejército se obtiene resultados inmediatos. Cuando el gobierno reaccionario de Colombia mandaba las tropas a las plantaciones de la United Fruit Company para masacrar a los obreros de esa zona, nuestros compañeros se infiltraron en los regimientos y teniendo en cuenta que se trataba de campesinos y obreros, les explicaron cuál era el origen del conflicto, demostrándoles como los obreros de las zonas bananeras no eran sus enemigos, sino que, por el contrario, luchando contra las empresas imperialistas tenían como consigna: la tierra a los campesinos, tierra que les había sido confiscada por los latifundistas, por los imperialistas. Con un trabajo de algunos días ‑ de horas, a veces ‑ consiguieron que los soldados fraternizaran con los obreros en lucha, y todos sabemos cómo con una dirección del partido mejor que la que tuvimos en Colombia, se hubiese podido llegar a la implantación de los soviets en la zona bananera, ya que se contaban todas las condiciones ‑ objetivas y subjetivas ‑ para eso. Conclusión, entonces: es necesario, para hacer eficaz nuestra lucha contra los peligros de guerra, dedicar más atención a la organización de la juventud y al trabajo en el ejército. Nuestra táctica frente a nuevos tipos de guerraEl compañero Ghitor nos ha hablado de la necesidad de incluir en la tesis dos tipos más de guerra, para establecer nuestra táctica frente a la misma. El primero sería el caso de una guerra imperialista ‑ realizada directamente por el imperialismo o por un país latino americano dominado por el imperialismo ‑ contra un país latinoamericano que ha realizado la revolución antiimperialista. Me parece que ese caso, si bien no lo especificamos anteriormente, está incluido en los tipos de guerra previstos, es decir: en líneas generales nuestra consigna debe ser la misma que en el caso de guerra contra Rusia y los pueblos oprimidos, o sea: "Sabotaje por todos los medios al abastecimiento de los ejércitos imperialistas, disgregación de su frente, pasaje de los soldados del ejército imperialista al revolucionario, apoyo por todos los medios a este último", que son, por otra parte, las consignas que dimos en el caso de Sandino. El segundo caso, es decir: de guerra civil en el interior del país provocada por dos imperialismos contendientes, no quepa duda de que nuestra táctica debe ser la de denunciar a las masas trabajadoras los propósitos manifiestos de los imperialismos; pero de ninguna manera frenar los movimientos insurreccionales espontáneos de las masas, sino que, por el contrario, lanzar consignas que los llevan a su desarrollo ulterior hasta transformarlos en una guerra contra los dos bandos imperialistas y por la independencia nacional efectiva. Indiscutiblemente, en la tesis se pueden precisar algunas de las observaciones hechas por los compañeros del S.S.A. de la Internacional Juvenil Comunista, si ello sirve para esclarecer más nuestras consignas. Necesidad de precisar nuestras consignas contra la guerraPasamos ahora a las cuestiones planteadas por el compañero Suárez, el cual ‑ con la vehemencia que le es característica ‑ ha planteado en forma "relámpago" los asuntos más diversos, que comprenden los peligros de guerra, el trabajo antiimperialista, el atentado individual, la segunda revolución en México, la crisis del partido argentino, etc. El compañero Suárez ha dicho que no se le han dado indicaciones prácticas para la lucha contra la guerra. "¿Que debemos hacer ‑ nos preguntaba el camarada Suárez ‑ en caso de guerra contra la Unión Soviética?" Contestamos: lanzar las consignas que hemos esbozado en nuestra primera intervención; pero sobre todo, tomar las medidas necesarias para poderlas llevar a la práctica. Ni nosotros ni nadie tiene la formula "exacta" para cada país, aplicando la cual se hará imposible la guerra contra la Unión Soviética. Reduciendo la cuestión a términos fundamentales, se puede decir a los compañeros lo siguiente: la verdadera forma de acción contra la guerra, y la más eficaz es la de desarrollar el movimiento revolucionario en cada país y conquistar el poder para los obreros y los campesinos. Como contra la Unión Soviética se coaligan todas las fuerzas imperialistas, cada acción y cada revolución antiimperialista es un acto efectivo de lucha contra la guerra antisoviética. Se nos piden planes concretos de trabajo para la lucha contra la guerra; pero, compañeros, esos planes no se pueden improvisar. Deben surgir de la situación objetiva de cada país, de la relación de fuerzas en su interior, de las posibilidades de desarrollo rápido de la revolución antiimperialista. Pero el compañero Suárez no nos ha hecho ese análisis, ni nos ha explicado cuales son las experiencias de su partido en la lucha contra la guerra, cual será en ella el rol de su país, etc.; y como he dicho, nos ha hablado de las más variadas cuestiones y sobre esa base ‑ aunque lo quisiéramos ‑ no podríamos darle indicaciones concretas para el trabajo en su país. Por otra parte no es exacto que no se hayan dado consignas concretas. Por ejemplo: "Ni combustibles para los ejércitos imperialistas en guerra contra la Unión Soviética y los pueblos oprimidos" es una consigna concreta que presupone todo un trabajo con vistas, también, a la revolución en el país en que se aplica. Lo mismo dígase de la "fraternización", de la "transformación de la guerra imperialista en guerra contra el imperialismo". Se trata, entonces, compañero Suárez, de aplicar las consignas, que indiscutiblemente podremos precisar todo lo que sea necesario, pero que quedarán tan solo sobre el papel si no le sigue una acción efectiva para su aplicación. El atentado individualPasamos ahora a otro aspecto de las cuestiones planteadas por el compañero Suárez: el de la eficacia del atentado individual. El camarada Simons ya ha contestado al respecto. Yo creo que es preciso desechar de nuestras filas la mentalidad "simplista" de que con la supresión de algunos tiranos, sin una amplia acción de masas, se resuelve el problema de las dictaduras latinoamericanas. Es un poco el criterio que han sostenido nuestros compañeros de Venezuela, que han ido abandonando paulatinamente, y que el Comintern ha combatido y combate con toda energía. ¿Cómo entendían nuestros compañeros de Venezuela la revolución en dicho país? Aliarse con algunos grupos burgueses descontentos de la dictadura ‑ a la cabeza de los cuales había varios generales ‑, obtener armas y municiones en otros países, penetrar de "sorpresa" en una región del país, organizar simultáneamente el atentado individual contra Gómez y aduanarse del poder. Cuando se les planteaba la necesidad de penetrar primero en el interior del país, ellos nos hablaban de la imposibilidad de realizar esa acción; en una palabra: de la imposibilidad de organizar la revolución desde el interior. Las cuestiones sociales no se pueden solucionar mediante el atentado individual, o haciendo la "revolución de las cabezas". Si la cosa fuera tan simple, tendríamos muchos compañeros con el valor necesario para suprimir a todos los Gómez habidos y por haber. Pero como la supresión de Mussolini no es la supresión del fascismo italiano, la supresión de Gómez u otro cualquiera no es la supresión de los gobiernos reaccionarios agentes del imperialismo, yanqui o inglés; ya que a Gómez le sucedería otro instrumento tan perro como él. Únicamente la lucha revolucionaria de las masas obreras y campesinas contra todo el régimen de explotación semifeudal y semiesclavista y contra el imperialismo y sus agentes nacionales, es la que podrá dar la solución efectiva a los problemas sociales y suprimir los gobiernos dictatoriales latinoamericanos. Naturalmente; si es necesario que salten algunas cabezas de potentados en el periodo de la insurrección, no seremos nosotros quienes nos hemos de oponer; pero siempre que eso sirva a lo que es fundamental: al desarrollo revolucionario de los movimientos de masas. La huelga generalSe ha planteado, también, y no recuerdo si fue por parte del compañero Suárez u otro camarada, la importancia de la huelga general en la lucha contra la guerra. Indiscutiblemente, la huelga general es de una importancia muy grande en la lucha contra la guerra; pero como uno de los métodos de lucha y no el único y absoluto. La huelga general en sí, sin estar ligada a una serie de acciones contra la guerra ‑ de las cuales puede ser el comienzo o la culminación ‑ no es "todopoderosa", no es la que pueda resolver sobre el resultado de la lucha contra la guerra. La huelga general es, indiscutiblemente, un arma importante de lucha contra la guerra, si se saben ligar las reivindicaciones inmediatas de las masas obreras y campesinas con esa lucha. Para concluir, debemos una vez más recordar, que actualmente en el orden internacional, se debaten dos sistemas antagónicos cuya coexistencia "pacifica" no puede durar por mucho tiempo más. Nos referimos al sistema capitalista y al socialista. Como ya hemos dicho, todas las fuerzas capitalistas se coaligan de más en más entre sí, para la lucha contra la Unión Soviética, mientras esta tiene el apoyo de las masas trabajadoras y de los pueblos oprimidos de todo el mundo. La lucha deviene, pues, de más en más, internacional. Es preciso, entonces, internacionalizar más nuestros partidos, ligar más los problemas nacionales y continentales a los internacionales. Una de las formas de combatir el "provincialismo" de nuestros Partidos es, entonces, la de ligarlos más a los problemas internacionales y hacer comprender a las masas trabajadoras que es preciso supeditar los intereses "nacionales", para la acción más amplia que se desarrolla en el frente internacional. La acción combinada de la colonia con la metrópoli, hace que la lucha contra el imperialismo sea más eficaz. Pero, establecido lo que antecede, queda entendido ‑ como ya lo ha explicado el compañero Suárez ‑, que de ninguna manera debemos frenar un movimiento revolucionario de un país determinado, por el miedo a que no pueda mantenerse el gobierno obrero y campesino en el poder, a causa de la intervención del imperialismo. Suárez ha dicho con razón, que esa teoría en el fondo, no representa sino la pasividad frente a la ineluctibilidad de la dominación imperialista. ¡Eso es completamente justo! Primero, porque hay que comprender que el movimiento revolucionario en América latina, dada la situación objetiva para la revolución democrático-burgués, respondería de inmediato con otras acciones iguales a las del país insurreccionado. Segundo, porque las condiciones topográficas de nuestros países permiten una guerra de guerrillas prolongada que mantendría en jaque las fuerzas imperialistas, dando tiempo a organizar una gran solidaridad con el país en lucha contra el imperialismo. En el primer caso, nadie puede concebir, por ejemplo, una revolución de las masas trabajadoras en México, sin que tenga de inmediato una repercusión en la situación política de los otros países del Centro y del Norte de la América latina. Es sabido que en tiempo ‑ no muy prolongado, por cierto ‑, en que el gobierno pequeño-burgués de México, resistía la penetración imperialista, surgió el movimiento de Sandino en Nicaragua, se desarrolló el movimiento revolucionario en Venezuela, Cuba y otros países de Centroamérica. Con mucha más razón, las masas trabajadoras de América latina apoyarían un movimiento revolucionario de las masas obreras y campesinas de cualquier país de América latina, y se dispondrían a imitar el ejemplo. Creo, entonces, tomando un caso concreto, para contestar al compañero Suárez, que si tenemos las fuerzas subjetivas necesarias en Colombia para hacer la revolución, a nadie que se diga comunista puede ocurrírsele que esa revolución no debe realizarse por el miedo a la intervención de los ejércitos imperialistas. Esa teoría, repetimos, es la de la pasividad y nada tiene de común con el comunismo. No olvidemos el caso de Sandino que se sostiene desde hace más de dos años con un punado de hombres, contra los ejecitos invasores de Estados Unidos, a pesar de su inferioridad en los medios técnicos de lucha. Hemos dicho que en el porvenir, es necesario utilizar de más en más la autocrítica sana para corregir los errores de nuestros Partidos, y ya que estamos para realizar la autocrítica, debemos decir que muchos de los errores cometidos por nuestros Partidos, han sido en gran parte, el resultado de su inexperiencia y de eso tiene también su responsabilidad la Internacional Comunista, la cual se ha preocupado un poco tarde del movimiento comunista latinoamericano. Es indiscutible que esta Conferencia representa el primer gran paso hacia la conformación política de nuestros Partidos. La Internacional Comunista, por otra parte, se preocupa en la actualidad de nuestro movimiento y nos ayuda en la elevación del nivel político de nuestros Partidos, mediante la publicación de ediciones en castellano, creación de sectores españoles, en las escuelas políticas, ha creado el Secretariado Sudamericano y la publicación de su revista, que hay que tender a hacerla de más en más una revista teórica. Pero no basta que la Internacional Comunista preste mayor atención al movimiento latinoamericano, sino que es necesario que nuestros Partidos se esfuercen por ligarse más entre sí y con la Internacional Comunista, y ejercitan la autocrítica fraternal para corregir sus errores. En este sentido, me parece bien la indicación del compañero Contreras de que en una sesión especial se haga conocer la situación del Partido de la Argentina, ya que de sus experiencias, pueden los otros Partidos, extraer enseñanzas para evitar posibles errores. Mis palabras finales son de que todo lo que hemos discutido con respecto a los peligros de guerra, todas las consignas que hemos de adoptar para la lucha contra la misma, no tendrán resultado efectivo si no contamos en cada país, con verdaderos Partidos Comunistas. Las primeras acciones contra la guerra realizadas en los países en que no existían Partidos Comunistas, han demostrado que allí donde no existen las fuerzas comunistas conscientes de su misión, no es posible acción seria alguna contra la guerra. Fortificar nuestros Partidos, darles una composición social verdaderamente proletaria, dotarlos de una ideología comunista, es la condición "sine qua non" para hacer efectiva la acción contra la guerra y llevar a las masas trabajadoras a la revolución. Compañeros: vivimos en una época de una importancia histórica trascendental, en la que los acontecimientos se suceden con una rapidez extraordinaria. El imperialismo prepara la guerra sobre todos los frentes. Al luchar contra la guerra imperialista, preparémonos para la guerra civil, para la destrucción del capitalismo, para el triunfo del comunismo en todo el mundo. (Se pasa a cuarto intermedio.) |
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[1] "Es también, muchas veces, la competencia [...] dejar el menor provecho posible a la capital nacional": frase reproducida conforme a la fuente.