El movimiento yerra
el camino
tomando la contabilidad burguesa como referencia
Escrito: |
Esto es la versión imprimible de: |
Algunas
reflexiones complementarios
El documento presentado
aquí analiza algunos aspectos del modo como el reformismo
entretiene confusiones respecto al llamado "reparto de las riquezas".
El enfoque está determinado por el contexto de los países imperialistas. Con lo
que sigue, añadiremos observaciones complementarias tomando en cuenta la
situación propia de los países dominados dentro del sistema imperialista
mundial.
La primera parte del documento,
tratando de la variación del valor agregado según los sectores, se aplica
plenamente, incluso para los países dominados. En cuanto al segundo caso, la
situación examinada en el texto es asimétrica. Interpretado en el marco de un
esquema bipolar, se trata de una relación mutual entre, de un lado, los países
dominados donde la explotación es más fuerte, y del otro lado, los mismos
países imperialistas que encuentran así a través de los flujos internacionales
de capital una fuente para la elevación de las ganancias realizadas. Si se
toman en cuenta de modo detallada diferencias relativas en la situación de los
países dominados, que también se vinculan entre sí, naturalmente la situación
se torna algo más compleja.
En cambio, hay un
factor que origina otros efectos asimétricos, esta vez orientados hacia ciertos
países dominados: la presencia de materias primas en el subsuelo. Mas allá del
valor y de la plusvalía creado por el trabajo de extracción, la renta asociada
permite a los capitales de este sector atraer parte de las ganancias basadas en
el valor creado en otra parte. En estos países, los gobiernos alegan de una y
otra manera que aplican una política encaminada a poner los beneficios de la
riquezas mineras nacionales al servicio del pueblo. En teoría, esto podría
realizarse. Pero de hecho no es así. A menudo, simplemente es una compañía
transnacional imperialista que acapara las ganancias relacionadas. Sin embargo,
en ciertas circunstancias, principalmente en el sector petrolero, la extracción
y parte de la transformación primera están reservados a una empresa de
capitales mayoritariamente nacionales en manos del estado. Venezuela constituye
un ejemplo en este sentido: tiene una compañía petrolera estatal, PDV S.A., y un sector nacional de industrias básicas que,
como resultado de medidas implementadas por el régimen de Hugo
Chávez, va extendiéndose (Alcasa,
Sidor, y otros).
Ahora bien, en este
país la propaganda burguesa acerca del "reparto de las riquezas"
también es un tema que se pone en adelante desde tiempos muy lejanos. Desde
1945 hasta la elección de Hugo Chávez
en 1998, el partido político preponderante era Acción Democrática (AD). He aquí
algunos citaciones ilustrando el tema tratado.
Del 10
al 16 agosto 1958, AD celebró su IX Convención Nacional. Se aprobó un
documento titulado "Ratificación de Principios Teóricos y de Orientación Programática de Acción Democrática". Dice entre otro[1]:
El proceso de
industrialización de Venezuela debe realizarse sobre bases nuevas, inspiradas
en modernas concepciones de la economía política y saturadas del principio de
justicia social de que el obrero, el empleado y el campesino tienen justificado
derecho a una participación adecuada en los ingresos de sus patronos.
Hay que recordar que,
al tiempo que ser un partido reaccionario, AD trató aparecer como organización
"revolucionaria" actuando en favor del "socialismo". Dice
la "Tesis Sindical" aprobada en la misma Convención[2]:
El desarrollo
económico de los países latinoamericanos ya no puede realizarse sino sobre la
base de una intervención progresiva del Estado Democrático controlado por las
clases populares. La clase obrera venezolana concibe la revolución democrática
como una marcha hacia el socialismo. [...] Existe una serie de tareas practicas
que garantizarán el creciente carácter socialista de la revolución que es
necesario escribir y están escritas en el programa de Acción Democrática.
Hasta se refieren a Marx para justificar su visión de la "justa
remuneración" del trabajo. Dice el documento aprobado bajo el titulo
"Bases Programáticas"[3]:
Una de esas
condiciones es la explotación a que los someten [a los obreros] los
capitalistas a quienes sirven. [...] Carlos Marx
[...] ideó un método para medir la intensidad de la explotación a que está
sometida la clase obrera en las sociedades divididas en clases. Consiste [...]
en relacionar el capital variable con el capital constante de cada empresa. La
proporción de este ultimo, conocida como la tasa de beneficio, da el
coeficiente de explotación de la mano de obra.
Claro que es
equivocado alegar que en el marco del análisis marxista del capitalismo la
relación entre el capital constante y el variable se conciba como "un
método para medir la intensidad de la explotación". En primer lugar, Marx expresa lo en que consiste el hecho de la explotación
de los obreros: la distinción entre la cantidad total de trabajo efectuado por
el obrero, y la parte de esta cantidad que esta pagada mediante el salario que
representa la cantidad de trabajo equivalente a la fuerza de trabajo. En
segundo lugar, Marx muestra como esta relación entre trabajo
y capital, situada en el proceso de producción, se refleja en particular en las
proporciones relativos de la parte variable del capital y la constante.
Ahora bien, la manera
errónea como AD presenta el asunto, le sirve para llevar los argumentos que
verdaderamente le importan para sus tergiversaciones. Sigue el texto citado
arriba[4]:
Pero no hay
desgraciadamente, en cuanto atañe a Venezuela, datos satisfactorios para
emprender este calculo. En cambio podemos valernos de un concepto acuñado por
la ciencia económica que es la llamada relación entre los salarios y la
productividad. Cuando el salario se coloca par encima de la productividad del
proletariado, consigue ventajas y las exacciones que éste sufre disminuyen
paulatinamente. Pera al ocurrir el casa inverso, el aumento de la productividad
más allá de los precios denota un fortalecimiento de la explotación.
Es aquí que este razonamiento
encadena con el tema inicial del presente análisis[5]:
Mientras la
productividad ha subido o, en otros términos, en tanto que los patronos han
visto aumentar sus ganancias porque cada hombre ocupado les entrega mayor número
de artículos, el salario ha permanecido estacionario o se ha inclinado hacia la
baja. La explotación de la mercancía-trabajo, como lo
atestigua la relación entre salarios y productividad marca en Venezuela niveles
inauditos. Prácticamente los capitalistas han arrebatado a los obreros la mitad
de los beneficios que les hubieran correspondido en un régimen de mayor sentido
social que el de la dictadura filibustera que desgobernaba al país.
Así AD tiene el
"método" para medir el salario "justo", como lo expone por
ejemplo el informe preparado por el Comité Ejecutivo de la CTV
‑confederación sindical en la que predomina AD‑
para el VIII congreso en 1980[6]:
Una forma justa
para el mejoramiento salarial es la productividad de la fuerza de trabajo
[...]. Otra forma justa es la rentabilidad económica neta de la empresa [...].
Y esa "forma
justa" se aplica mediante la cogestión. La "Tesis Sindical" de
AD aprobada en julio 1980 dice[7]:
La cogestión
obrera es un proyecto avanzado para la verdadera superación de los trabajadores
en la responsabilidad de administración, orientación, programación y
participación en las ganancias de las empresas estatales o privadas.
En esta época, AD no
se preocupó más de la referencia al socialismo. Al contrario, ahora, Hugo Chávez pretende ser
representante de un cambio radical, fingiendo plantear el socialismo como
objetivo. Otra vez más el concepto de cogestión sirve para inducir a error a
los trabajadores. Un ejemplo de esfuerzo cuantioso hecho en este sentido lo
proporciona Carlos Lanz Rodríguez. Este, después de
haber actuado desde 1999 como alto funcionario del Ministerio de Educación, en
2005 fue designado presidente de la empresa Alcasa. (CVG Aluminio del Caroní S.A., CVG Alcasa, fue edificada como
primera planta reductora de aluminio en el país, y opera desde 1967,
produciendo aluminio primario y sus derivados.) Resumiendo sus posiciones, el
mismo Lanz dice: "Soy habermasiano,
gramsciano desde el punto de vista filosófico, y mis
ideas son un compendio de la teología de la liberación, el marxismo, el bolivarianismo, la indianidad y
el cimarronismo[8]."
Lanz recupera una interpretación muy difundida
desde hace tiempo. Recalca la importancia de la cuestión de la enajenación[9]:
[...] hemos estado
problematizando la discusión al estilo ¿Puede
construirse el Socialismo perpetuando la explotación del trabajo?, y hemos
propuesto rescatar la lectura del proceso inmediato de producción (ámbito donde
la valorización del capital tiene su raíz) para superar la óptica que reduce el
análisis a la esfera de la circulación y la distribución de bienes y servicios.
Lanz plantea la cuestión de manera que la
respuesta evidente es que "el Socialismo no puede construirse perpetuando
la explotación del trabajo". Pero tergiversa el marco general del
problema. Se refiere a la distinción entre, de un lado el trabajo necesario
para la reproducción de la fuerza de trabajo, y del otro lado el trabajo
excedente. Por otra parte insiste en el problema de la enajenación que sufre el
trabajador en el proceso inmediato de producción. Llega a la pregunta ¿Es
coherente política e ideológicamente plantearse distribuir el excedente sin
discutir como se produce?, a la cual naturalmente responde negativamente[10]:
[...] hemos
colocado en la agenda una nueva manera de comprender la “cultura del ahorro y
la productividad”, implicando otra lógica productiva dirigida a humanizar el
trabajo, alcanzar metas de desarrollo humano integral, alejado del móvil de la
máxima ganancia y su acumulación.
Esta postura política-ideológica, define en nuestro criterio, el núcleo
central de lo que debe ser una empresa socialista y nos obliga a evaluar de
otra manera el proceso inmediato de producción en nuestra planta,
particularmente, humanizar el puesto de trabajo que hoy continúa bajo la
impronta taylorista:
- Las prácticas operativas y las normas de rendimiento.
- La adscripción de cargo y el tabulador.
- Horarios, turnos y condiciones de higiene y seguridad.
- Cualificación profesional y la nueva manera de entender la carrera en la
formación permanente.
Los Consejos de
Fábrica como ejercicio de la democracia de los trabajadores, asume no sólo las
maneras de distribuir el excedente sino como se produce.
Por otro lado,
para no dejar en el aire la esfera de la circulación y la distribución, en el
proceso cogestionario, no sólo hemos hecho “justicia distributiva” cancelando
pasivos, deudas y reivindicaciones salariales, sino
que hemos propuesto la constitución de cuatros fondos:
- Fondo social para devolverle a la sociedad y a la comunidad parte del
trabajo excedente o ganancia.
- Fondo de amortización de deuda, compra de materia prima y equipos.
- Fondo de seguridad social integral y remuneración.
- Fondo rotativo o de contingencia.
El porcentaje de
esta distribución y su aplicación práctica, forma parte del control obrero
asociado a una planificación democrática y participativa.
Este tipo de
interpretación en relación con el concepto de enajenación ‑trátese de la
posición de Lanz, o de otros como la cogestión del
tiempo de Tito en Yugoslavia‑
trae consigo un error fundamental que estriba en la manera como se plantea la
cuestión de la ley del valor. Por muy esfuerzos que se hagan para utilizar el
excedente a favor de los trabajadores y para mejorar sus condiciones en el
proceso inmediato de producción, subsistirá la explotación siempre que la
fuerza de trabajo seguirá siendo mercancía. Y esta condición no se puede suprimir
en el marco de las empresas consideradas separadamente. Hay que eliminar el
mercado de trabajo como mecanismo fundamental, es decir abolir la propiedad
privada de los medios de producción, a escala de la sociedad en su conjunto.
Lanz expone el problema en términos
diferentes, equivocados[11]:
El aspecto dilemático del socialismo como negación del capitalismo, es
la superación de la Ley del Valor, como teoría y práctica de la explotación del
trabajo, hoy por hoy la clave es eliminar la enajenación del obrero que vive
las consecuencias de la fragmentación de la tarea.
Y acaba con liarse
completamente respecto a la significación del trabajo no pagado[12]:
[...] ningún
patrono o empresario ‑sea privado o público‑
paga de manera igualitaria y equitativa el valor real de la fuerza de trabajo,
sino que en toda jornada de trabajo en el régimen de producción capitalista, se
genera una cuota de trabajo excedente no pagado, [...].
Es decir que, analizando
la ley del valor como "teoría y práctica de la explotación del
trabajo", la considera como invención de los capitalistas: la cuota de
trabajo "no pagado" originaría de que simplemente éstos no quieran
pagar de manera "igualitaria y equitativa" a los trabajadores.
[1]. Julio Godio, El movimiento obrero venezolano, Caracas, Instituto
Latinoamericano de Investigaciones Sociales (Ildis),
1985, tomo II (1945-1964), p. 144‑145; idem p. 180.
[2]. idem, p. 174.
[3]. idem,
p. 167.
[4]. ibidem.
[5]. idem,
p. 168.
[6]. Julio Godio, op. cit., tomo III, p. 150.
[7]. idem,
p. 133.
[8]. http://www.analitica.com/va/politica/opinion/7649579.asp.
[9]. "¿Distribuir
el excedente sin discutir el proceso de trabajo?".
http://www.aporrea.org/ideologia/a34119.html.
[10]. ibidem.
[11]. "La
Emancipación del Trabajo como base del programa Socialista".
http://www.aporrea.org/ideologia/a33609.html.
[12]. Proceso inmediato
de producción y autonomía obrera.
http://www.aporrea.org/ideologia/a30757.html.