Algunas consideraciones respecto a nuestros objetivos

Escrito:
febrero 2006
Última modificación:
abril 2007

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Uno de los rasgos distintivos del periodo que atravesamos como militantes marxistas-leninistas es el extremo debilitamiento de los lazos de continuidad histórica que nos vinculan al movimiento marxista-leninista de la época abierta por la Primera Internacional construida bajo la dirección de Karl Marx y Friedrich Engels. Su obra ha sido proseguida por el PC(b)US bajo Vladimir I. Lenin y Joseph Stalin así como por el PTA bajo Enver Hoxha. Sin embargo, actualmente, no hay más base organizacional por la continuación del trabajo de edificación del movimiento comunista marxista-leninista, en el sentido estricto de la palabra “continuar”, es decir consolidando, ahondando y ensanchando estructuras que existieran ya. Cierto que subsisten organizaciones se declarando ellas mismas “partido marxista-leninista”. De hecho son a lo sumo grupos, círculos, asociaciones. No obstante en lo que concierne la actividad de los militantes marxistas-leninistas auténticos, se ha vuelta progresivamente ‑pero no sin sacudidas‑ siempre mas reducida y finalmente se ha quedado delimitada en el campo de esfuerzos individuales, alcanzando a lo mejor agrupamientos muy limitados entre algunas personas, prolongados por tentativas de coordinaciones hipotéticas en el nivel internacional.

Expresado de manera global y sucinta, la tarea de los militantes marxistas-leninistas consiste pues en construir, en cada país, un partido como vanguardia organizada del proletariado. Esto necesita paralelamente conseguir que los obreros se constituyen en clase para sí. Desde el punto de vista organizacional, estos esfuerzos parten virtualmente de cero, ya que todo lo que existía en este nivel pertenece al pasado. Sin embargo el marxismo-leninismo como teoría científica guiando el movimiento hacia la instauración de la sociedad socialista existe y nada borra el pasado que constituye una experiencia acumulada del movimiento obrero y del movimiento comunista (excepto si una evolución regresiva prolongada terminaría por tornar olvidado absolutamente todo esto, al punto de eliminar las obras de los fundadores del marxismo-leninismo de todas las bibliotecas en el mundo).

En lo que concierne al enemigo, es decir la burguesía y sus representantes políticos, la continuidad está obviamente preservada. Ejerce el poder, y se apoya permanentemente en unas fuerzas de variada naturaleza que tienen como papel impedir la marcha hacia adelante del movimiento obrero.

En este contexto actual, algunos factores particulares revisten importancia. La tarea de los militantes marxistas-leninistas es construir un partido. El objetivo de la burguesía es impedirlo. En sus esfuerzos en este sentido, siempre se ha apoyado en corrientes políticas teniendo a desviar las actividades revolucionarias hacia el derrumbe. Una etapa en esta lucha entre la burguesía y el proletariado fue la transformación de los partidos social-demócratas (del tiempo de Marx y Engels) en partidos revisionistas, evolución que después ha afectado los partidos comunistas (particularmente el PC(b)US). Por otra parte, el anarquismo trata encerrar el movimiento obrero en el callejón sin salida de la lucha “auto-organizada” rechazando la dirección un partido. Además de la persistencia del anarquismo afirmado explícitamente, se promueve de manera implícita diferentes versiones de esta misma idea - que al proletariado, en su lucha por derrocar el poder de la burguesía, no le hiciese falta un partido. Todo esto contribuye efectivamente a dificultar actualmente la tarea de los militantes marxistas-leninistas.

Desde el punto de vista programático, las organizaciones trotskistas afirman obrar por la constitución de partidos revolucionarios o al menos no han renegado explícitamente de este objetivo. Sin embargo, las características fundamentales de su orientación implican que en realidad participan en esta tendencia consistiendo en privar el movimiento obrero de un partido de vanguardia capaz de dirigirlo en la lucha revolucionaria. Se pueden recalcar tres aspectos sobresalientes al respecto. En primer lugar, el trotskismo se diferencia de la posición marxista-leninista en que atribuye al partido esencialmente un papel de educación de las masas, al tiempo que rechaza bajo el calificativo de "estalinista” la afirmación según la cual el partido debe desempeñar un papel de dirección efectiva en la acción. Y además, de manera más general, el trotskismo propaga la idea que el partido debe ser un partido de masa, lo que le acerca a la posición defendida sobre este asunto por Rosa Luxemburg. En tercer lugar, se puede constatar que en la practica esta orientación conduce los trotskistas a privilegiar la acción “autónoma" de los trabajadores, lo que significa de una parte que tratan de disimular su propia intervención en este nivel y de otra parte que apuntan a encerrar estas luchas en el esquema de la autogestión.

Insistimos aquí en primer lugar en el papel negativo desempeñado por ciertas corrientes políticas. Sin embargo hay que resaltar también que la burguesía, al tiempo que se sustenta en la ayuda que se le aporta así, actúa ella misma por proteger las condiciones de su dominación. Bien por la evolución de la estructura general del capitalismo, bien por los mecanismos organizacionales establecidos en todos los niveles, de los grandes grupos transnacionales hasta las empresas individuales de tamaño reducido, los capitalistas emplean todos los medios por entrabar tanto el desarrollo de la consciencia de clase entre los trabajadores como el reforzamiento de sus lazos organizacionales apuntando à la lucha común.

Frente a esos obstáculos múltiples, los militantes marxistas-leninistas deben persistir en asumir la continuidad con el pasado del movimiento obrero. Había las teorías falaces de la supuesta desaparición de la clase obrera. De modo similar, aparecieron mas recientemente las interpretaciones según que todos los esquemas organizacionales del movimiento obrero conocidos hasta ahora se hubiesen tornado obsoletos. Tenido en cuenta las modificaciones sobrevenidos en las condiciones del afrontamiento con el enemigo, cierto que la clase obrero tiene que desplegar diferentemente sus fuerzas, pero las “reactualizaciones” de toda suerte a que se quiere arrastrarnos equivale a un barreno.